¿Cuál es el mal menor?

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Está muy claro: habrá que elegir entre dos extremos el próximo 17 de junio. Debido a que se configuró el peor de los mundos para los colombianos, el representado por la dicotomía Duque contra Petro, ahora corresponde evaluar objetivamente cuál de los dos candidatos puede resultar, en el largo plazo, menos dañino para la gente. Así de simple. Se trata, entonces, de optar entre dos elementos que, en principio, yo, en lo personal, habría descartado de tajo en cualquier escenario.

Al uno -ni pongo su nombre-, por débil y marioneta, por no tener personalidad propia y no prometer sino vacío de carácter durante los próximos cuatro años. Diré más: a mí me toca ver a diario a alguno que otro de estos fulanos que llegaron a un alto cargo solo por casualidad, porque les sirven a otros intereses, esos sí poderosos. En lo que veo más patetismo es en que el instrumentalizado tiende a ni siquiera enterarse de su pobre condición de idiota útil: ¡en verdad cree que tiene vida propia! Es cuestión vergonzosa, y yo me pregunto si será cosa de este país de arrodillados, o si será algo individual. En cualquier caso, no siendo chistoso, es de lamentar tan peligrosa carencia testicular.

Y al otro, a Petro, lo tendría que rechazar por lo que muestra. Él no le puede simpatizar a quienes desprecian a los vividores de la política, lo cual es comprensible. ¿A quién le agradaría tener que trabajar para mantener, con sus impuestos, a unos bacanes? Gustavo Petro es inteligente y valiente…, pero excesivo, sobrado -esto se sabe-, y tiene, nada más verlo, esa cosa desagradable, esa cosa parecida a la amargura tan propia de los que se sienten sojuzgados (ya por la injusticia de su situación social inicial, ya por tendencia íntima al complejo de inferioridad, o simplemente por la incapacidad de aceptarse a sí mismos como son), que no hace sino generar desconfianza.

Después de todo, ¿quién querría a un presidente de la venganza (de izquierda, o de lo que sea)? No nos merecemos un presidente resentido: me ha tocado ver a diario a algún resentido social de esos con mando, y, en efecto, no es un buen indicador: sujetos así no saben cómo decidir… o cómo comportarse... Paradójicamente, resultan muy parecidos al primer anti-líder descrito, el títere, solo que en este caso su guía es el embrutecimiento del rencor y no la despercudida razón. Son lo mismo.

Aquí no vine a quedar bien con nadie, nunca lo he hecho. Aquí vine a decir las cosas tal cual las pienso. Y, hoy, yo creo que ninguno de los dos candidatos nos sirve a todos, que es el único partido que tomo. Así, por primera vez en mucho tiempo no tengo nada que opinar en cuanto a la conveniencia por uno u otro candidato. Al menos por ahora. De un lado, desde ya estoy detestando ver a Uribe en el poder nuevamente. Esto me causa una extraña combinación entre náusea y compasión por este país. Y, por el otro, Petro no convence: yo también creo que podría venir a hacer sus experimentos con la Presidencia, algo inadmisible. Entonces, dado que lo que tengo en limpio hasta el momento es que no voy a votar en blanco, seguiré viendo hasta tener claro cuál es el candidato que, en verdad, una vez elegido, podrá dejar de ser cabo suelto y acercarse más al centro.



Más Noticias de esta sección