Los buitres

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Tenía pensado escribir sobre la muerte de Bin Laden, tan rara que fue; o sobre la boda del segundo heredero al trono del Reino Unido, espectáculo fascista…; pero hoy me quedo con un temita que tengo pendiente desde hace rato, desde cuando este diario reseñó que el partido Liberal había lanzado algunos nombres para competir en las elecciones de octubre próximo, tanto por la Gobernación Departamental, como por la Alcaldía de la sufrida Santa Marta.

Y para empezar me pregunto: ¿de verdad esos son los nombres de los que representan al pueblo?, ¿en serio estamos tan mal?, ¿no hay más? Cuánta pobreza espiritual, intelectual y moral hay en esos candidatos, ¡por Dios! Si ya todos sabemos a lo que vienen, ¿a quién creen que engañan?, ¿será que piensan que la gente es indefinidamente tonta? Espero que esa misma gente, magdalenense y samaria, muchas veces responsable consuetudinaria de que algunos de estos descarados lleguen a puestos de elección popular, tenga criterio esta vez, y así, elija a los que realmente sirvan para algo. Ya es hora, ¿no? El subdesarrollo no puede durar para siempre.

En cuanto a los específicos nombres de algunos de los candidatazos referidos, pues claro que no me voy a ocupar de hacerles propaganda a través de críticas particulares. Ni eso se merecen. Prefiero hablar de ellos como cuando se habla de un problema cultural genérico, o como algo del medio ambiente, una falla del sistema, una grieta, o una simple excreción de la sociedad.

Lamentablemente, nuestra querida Colombia es prolífica en deyecciones de este tipo: el país produce toneladas de politiqueros, y lo hace con una fecundidad que explica la fetidez que expele, por ejemplo, esa lista primaria a que me he referido del otrora gran partido Liberal, el partido de López Pumarejo y de Gaitán, ahora tan desprestigiado que, por alguna razón que desconozco, presta su nombre para que cualquier personajillo de estos engañe a los incautos que andan por ahí, dispuestos a ser los idiotas útiles del trapo rojo.

Son los buitres, señores, que ya llegaron. Son los mismos de siempre, que vienen a raspar la olla, que vienen a lo que vienen: a negociar lo público como si fuera privado, a hundirnos en la depresión colectiva de la que no salimos: son los mismos que nos tienen como nos tienen, en la pobreza, en el atraso, rezagados, sin esperanza. Me pregunto: ¿será que los vamos a elegir?, ¿será que vamos a ceder una vez más ante los buitres?, ¿nunca vamos a dejar de cometer los mismos errores?

Me es imposible ocultar la molestia que esto me produce. Ni siquiera me interesa hacerlo. Sólo puedo pensar en las múltiples carencias, lindantes con los abusos a los derechos humanos más atroces, que la población colombiana padece, pero en especial la magdalenense y la samaria, la misma que aprueba los nombres de estos -y de otros tantos, da igual- y que después se está quejando de la corrupción generalizada, que le trae hambre, enfermedad, desempleo, violencia y desgracia. No deberíamos quejarnos, entonces, sino elegir a uno de estos, que para todos los gustos hay: calladitos, charlatanes -hasta el cansancio-, blancos, negros, mestizos, invertidos…, en fin. Lo que sí tienen en común tales parásitos es el deseo de chupar del presupuesto público, que nos pertenece a todos, y que todos tenemos que defender. ¡Ya es hora de actuar!