Independencia y autonomía

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Todavía humeaban los escombros que dejó la Segunda Guerra Mundial cuando algunos dirigentes europeos soltaron la idea de unirse en una gran federación supranacional con políticas, economía y legislaciones comunes, buscando beneficios y prosperidad para todos, pero también finalizar las guerras entre naciones europeas y garantizar la paz. Roma, en 1957, bautiza con su nombre a los tratados que conducirían a la creación de la Unión Europea. La Guerra Fría termina con la caída del Muro de Berlín y las dos Alemanias, hermanas separadas artificialmente por una barrera infame, se funden para siempre en un abrazo fraterno. Europa y el mundo celebraban jubilosos ese reencuentro.


En España, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, Francisco Franco logra el poder al ganar la Guerra Civil. Se da inicio a la “España Roja”, represalias del “generalísmo” contra sus enemigos. El unicismo franquista se ensañó particularmente con vascos y catalanes, muchos de ellos obligados a un éxodo masivo. Guernica simboliza la violencia del caudillo. Las diferencias históricas entre castellanos y catalanes se ahondan irremediablemente, fomentando el vehemente deseo separatista que ahora condujo a la declaración de independencia por parte del Parlament catalán. Nadie sabe cómo terminará ese asunto, pero claramente ambos perderán.

El Reino Unido, que nunca se sintió muy europeo, ingresó a la confederación con la ampliación de la Unión Europea en 1973. El año pasado inició lo que será la primera salida de una nación de la comunidad, si todo marcha como hasta ahora. Al interior del Reino Unido se evidencian fracturas que recompondrán el rompecabezas geográfico mundial. Escocia, que nunca se ha sentido muy inglesa, está dispuesta a salirse para entrar como país independiente en la Unión Europea o convertirse en una provincia canadiense de ultramar. En el Brexit, los escoceses votaron mayoritariamente por seguir con Europa, y recientemente el parlamento escocés votó para realizar un segundo referendo buscando quedarse en la Unión Europea. Canadá y Escocia tienen muchos vínculos en común, y una congragación de ambas naciones pondría a Canadá con un pie al otro lado del charco, pudiendo solicitar después ingreso a la Unión Europea.

Los vientos independentistas soplan por todo el planeta y podrían presentarse más secesiones. Los ultraderechistas galos intentaron sin éxito un Frexit (French Exit); también se habló en cierto momento de Nexit (por Netherlands, Holanda), Grexit (Grecia), Swexit (por Sweden, Suecia) y Oexit (por Österreich”, Austria) y Auexit (Australia). Los “aussies” no quieren quedar por fuera del pastel europeo, y podrían retirase del Reino Unido. Su referendo de 1999 para no seguir bajo la férula británica perdió por escaso margen, pero hoy podría ser distinto: la UE es su segundo mercado, después de China.

Los Estados Unidos no se salvaron de esta fiebre independentista: en Texas, algunos separatistas han propuesto su Texit. Aisladamente, constituyen la 10ª economía mundial. Según los constitucionalistas estadounidenses, ningún estado puede abandonar a la unión americana. No podía faltar el Flexit (Florida) y el Calexit (California), más en broma que en serio.

¿Qué necesita un territorio para convertirse en un estado soberano? Se requiere un pueblo, un territorio, un gobierno y la capacidad de entablar relaciones con otros Estados sobre una base soberana. Ahí radican las dificultades: si se consolida la independencia catalana, algo muy complicado, no les es fácil ingresar a la Unión Europea; antes de entrar, deben acogerse a las normas comerciales y fronterizas de la Unión y esto les complica la vida. La solicitud de ingreso es el inicio de un largo camino que no necesariamente conduce a la afiliación: que lo diga Turquía. En el caso catalán, España podría ejercer su poder de veto para el ingreso. Mientras tanto, Barcelona observa impávida la salida de más de 1500 empresas, el turismo cae un 30% y Rajoy sigue firme en su decisión de impedir la separación. Difícil panorama.

Estupefacto, el mundo observa un proceso que puede cambiar el mapamundi. La política universal es un juego dinámico e interminable, en el que unos pocos sinvergüenzas buscan su propio beneficio. ¿Influye la relación de algunos dirigentes independentistas catalanes poco transparentes con los bancos de Andorra? En una situación mal manejada por ambas partes, el daño para España y Cataluña es inevitable e irreparable, y la vara podría irse muy lejos. Los secesionistas del mundo deben tomarlo en cuenta.


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