Mascotas: afecto incondicional

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Los animales jamás olvidan el cariño por sus amos, ni estos pueden vivir sin sus bichos de compañía.
Ulises regresó a Ítaca 20 años después de sus colosales aventuras: allí le esperaban su esposa Penélope, su hijo Telémaco y, claro está, su perro Argos, que al ver a su amo muere de la emoción. Hay casos como el de Hachikó, el perro que murió esperó a su dueño –fallecido- durante diez años en la entrada de la estación de Shibuya. Más allá de la necesidad de comida y protección, los animales desarrollan verdadero amor por sus cuidanderos, recíprocamente correspondido. Gregory Berns, en la Universidad de Emory pudo determinar mediante resonancia magnética que la parte del cerebro asociada a emociones positivas es similar en humanos y perros. Si bien los gatos son menos expresivos, reaccionan positivamente en cuanto ven a sus dueños, y su manera de manifestarlo puede ser frotándose contra sus piernas o dejándose acariciar la cabeza; el movimiento de la cola, la posición de las orejas o la expresión de los ojos son indicios más sutiles, casi para conocedores.

Sean peludos, escamosos o emplumados, casi cualquier animal ha servido como mascota. Principalmente gatos y perros, aves, peces y muchísimas otras especies animales son objeto de cuidado y cariño por los seres humanos. La tenencia de animales salvajes parece haber comenzado hacia el año 9000 AC, durante la revolución neolítica. Al principio, los bichos cautivos sirvieron para alimentación, pero al poco tiempo se les descubrieron otras ventajas como servir de cuidanderos, compañeros de cacería y, claro, para intercambio de afecto. La domesticación real, una relación de mutuo beneficio, se sitúa hacia el 8000 AC, cuando se establece definitivamente el sedentarismo humano; domesticar plantas y animales era necesario.

Hay cerca de 1000 millones de mascotas en el mundo, principalmente gatos y perros, seguidos por peces, aves, roedores y hasta serpientes. Los beneficios para la salud humana son incuestionables: tener una mascota reduce los niveles de estrés, triglicéridos y colesterol, además de su efecto antidepresivo. Incluso, se dice que pacientes cardiópatas tienen mejor evolución de su enfermedad cuando tienen a esos compañeros. En un estudio publicado en la revista animal Cognition, científicos de la Universidad de Londres concluyeron que los perros captan y entienden perfectamente la tristeza en humanos y tienden a consolarlos. Lo malo de estos cariñosos bichos son las alergias, ataques y enfermedades transmisibles. De ahí la necesidad de vacunarles, cuidarles y alimentarles debidamente. Lo feo es el abandono: por diversas circunstancias, miles de animalitos son dejados a su suerte. En Colombia se estima que hay cerca de un millón de estos seres abandonados en las calles. La ley 1774 de 2016, del maltrato animal, penaliza esta conducta: Sin embargo, las cifras no caen. La adopción es una magnífica respuesta: con cifras inciertas, se cree que en Colombia se adoptan cerca de 2000 animales cada año, cifra mínima aun. Recoger animales, casi siempre en mal estado, con maltrato sicológico frecuentemente, desnutrición, enfermedades y otras situaciones implica costos importantes. Las entidades encargadas deben asumir la alimentación, cuidados, veterinarios, vacunas, esterilización, etc., y readaptación social antes de ponerlos en fila para adopción. Aun así, el nivel de adopción en Colombia es muy bajo.

Me fue difícil escribir esta nota. Además de mi recogimiento transitorio por enfermedad, hace una semana recibimos con dolor la abrupta partida de Mila, una bella gata siberiana de Daniela Lizarazo que tenía con nosotros su segundo hogar. La minina llenó los espacios y “se apoderó” del entorno. Sus siete vidas se perdieron en un instante casi eterno. Hoy, se siente su ausencia. El dolor de la partida de una mascota es del mismo tenor de la pérdida de un ser humano; quienes han padecido estas despedidas lo entienden. Un bichito no es reemplazado por otro, ni su adiós definitivo tiene compensación. Casa uno es particular, especial y único. Y siempre será útil tenerlos.

Apostilla: Los cizañeros estuvieron inhibidos con la benéfica visita del Papa Francisco a Colombia. No bien el avión papal emprendió regreso a Italia, reemprendieron la siembra de la maleza. ¿Qué pasó con los mensajes de paz, bondad, respeto, inclusión social, tolerancia y verdad que enseñó Cristo? La paz sea contigo, hermano, y se aloje en tu corazón, enseñó Francisco.