Los nuevos poderes

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En su libro “Historias reales de redes virtuales” Gonzalo Piñeros destaca el poder de convocatoria de las redes sociales y su amplio impacto. Menciona casos de gran repercusión como la gran marcha contra las Farc de 2008. La Primavera Árabe, la Ola Verde y otros grandes fenómenos se han desarrollado mediante las redes sociales. Poderes de los dioses en manos de mortales, en palabras del autor. Piñeros cree que el “nativo digital” está solo, sin orientación real, relacionándose de manera distinta a la de sus padres, y el actual vacío legal merece un detallado estudio. Propone una cohesión social que involucre centros educativos, Estado, sociedad y familia, y que el establecimiento enseñe y aprenda al mismo tiempo, a través de una cátedra digital orientada esencialmente a los comportamientos.


La historia nos cuenta que han existido muchos estilos de gobierno y distintos poderes formales. La democracia heredada de los griegos devino en los tres poderes tradicionales que en la teoría deben guardar equilibrio y compostura, y que en la práctica muchos quieren subvertir dentro y fuera de los estados. Los estudiosos advierten sobre poderes no formales dentro de las organizaciones, Estado incluido. El liderazgo es uno de ellos, y no siempre guarda relación con la posición jerárquica, además de otras fuentes como la experiencia, el conocimiento, las relaciones interpersonales, la coerción o los incentivos, según lo describieron años atrás French y Raven en su publicación “Las bases del poder”. El fascinante estudio de las potestades ha dejado obras de consulta permanente para líderes y mandatarios, se esté o no de acuerdo con su contenido: “El Príncipe” de Macchiavello, o “El Poder” de Robert Greene.

La superioridad formal se ha estructurado de diversas maneras desde cuando los humanos se instituyeron socialmente: el primigenio “macho alfa” cedió después ante organizaciones complejas y participativas; se involucraron fuerzas armadas y religiones, además de los gremios en representación del ciudadano. Las estructuras pasaron por variopintas combinaciones hasta el ideal griego de la democracia actual. No obstante, sobreviven desde las rancias monarquías y repugnantes dictaduras hasta los desastrosos comités centrales: todo sucede por estos tiempos, no siempre para bien. Hoy también se identifican poderes fácticos como los medios de comunicación (el cuarto poder) o las organizaciones sociales, que tanto repudian los autócratas aparecidos periódicamente desde las extremas, con aspiraciones de acortar los poderes y concentrarlos en una persona por encima de los demás, con diferentes disfraces en los que la democracia es siempre el antifaz: el regreso del macho alfa, mezcla tanto de mesianismo del individuo como del masoquismo y la necesidad dependencia de algunos ciudadanos, no de la sociedad. Ejemplos sobran en toda la geografía y el recorrido histórico. Desafiando a los poderes formales cuando pierden su orientación y vocación social, aparecen líderes positivos y propositivos que desafían a esa formalidad, pero también emerge la repudiable subversión armada, respuesta negativa de universal condena. En medio de esas luchas cruentas, el arte y el humor han retado a la solemnidad del poder formal y del acartonamiento conceptual de algunos líderes de tendencia dictatorial: otros poderes fácticos no formales.

 Hitler, frustrado pintor mediocre, pretendió controlar el arte libre para imponer su antiestético y apestoso “arte nazi”. Stalin ordenó el asesinato de todos los poetas folclóricos ucranianos. Danilo Maldonado padeció 10 años las mazmorras cubanas por hacer arte anticastrista. Trump pretende eliminar la Fundación Nacional  para las Artes (NEA), retirándole USD 150 millones, 0,004% del presupuesto federal. El arte enriquece la vida de la gente generando alegría y entretenimiento, pero también pone a pensar: desafía el autoritarismo, genera entendimiento político y solidaridad social. Por su parte, el humor político desde el bufón de la corte con licencia para decirle las verdades al rey hasta la caricatura actual, es otra forma de desafiar a los poderosos. Las mentes libres desempeñan papel fundamental en la dinámica y la caída de regímenes despóticos de cualquier tendencia política. Perseguir el arte o el humor es arar en el viento: jamás, ningún régimen podrá controlar la libertad de pensamiento. Está probado en el recorrido histórico y en toda la geografía universal. Las balas de plomo o mediáticas disparadas contra el pensador no liquidan las ideas. ¿Muy difícil de entender?