Foro Urbano Nacional: desarrollo para Colombia en paz

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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



En 2015, la ONU promulgó unos nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, en reemplazo de los propuestos en 2000, cuya medición de resultados también se prevé para dentro de los siguientes quince años respecto de la primera fecha, es decir, en 2030. Tales Objetivos son diecisiete grupos de metas perfectamente organizadas, que pretenden abarcar, prácticamente, toda la experiencia humana: se trata de lograr, por parte de la ONU, a través de esa propuesta moral de desarrollo, una ambiciosa mejora de la vida en este planeta para absolutamente todo lo que existe, con centro de gravedad, desde luego, en el hombre. Nada mal. Sin embargo, no les falta algo de razón a quienes aducen que estas cosas suelen quedarse en el papel, pues no es posible obligar a los gobiernos firmantes de estos acuerdos a cumplir los compromisos fácilmente asumidos. Creo que la ONU es bien consciente de esto: no en vano llevan sus promotores un buen tiempo tratando de constituirse en una suerte de parlamento mundial, con todos los problemas que ello ha conllevado.


En octubre del año pasado, en Quito, se empezó a delinear una materialización parcial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: se aprobó la Nueva Agenda Urbana, que, como se percibe rápidamente, está concentrada en aspectos urbanos del desarrollo. De hecho, dentro de los denominados puntos de acción clave consignados en la Agenda están los siguientes temas: provisión de servicios básicos para todos los ciudadanos; garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a la igualdad de oportunidades y libre de discriminación; tomar medidas en apoyo de ciudades más limpias; fomentar la resiliencia en las ciudades para reducir el riesgo y el impacto de los desastres; tomar medidas para hacer frente al cambio climático mediante la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero; garantizar los derechos de los refugiados, los migrantes y los desplazados internos, independientemente de su situación migratoria; mejorar la conectividad y apoyar iniciativas innovadoras y ecológicas; promover espacios públicos seguros, accesibles y ecológicos, etc.

Como se ve, no estamos frente a algo fácil de lograr. Por eso, la propia resolución de la ONU 71/256, del 23 de diciembre de 2016, y relativa a la aprobación formal de la Nueva Agenda Urbana, le hace frente al problema de la concreción de sus metas a través de la instancia abierta y directa a los gobiernos nacionales, sub-nacionales y locales, además de a la sociedad civil, para que se surtan las discusiones ciudadanas, al amparo de la legislación nacional, y así, convertir ese derecho blando que son las resoluciones de la ONU, en verdadera fuente de derecho para los Estados. Por lo demás, en el caso colombiano, no es posible aspirar a que se conviertan en leyes de la República las legítimas aspiraciones de desarrollo urbano sostenible sin que ello se concrete antes en la conciencia popular. Afortunadamente, ya se están consolidando los escenarios para asegurar la participación ciudadana al respecto, todo con el acompañamiento de la ONU.

Así, hablando con Alfredo Bateman, director de UrbanPro (que organiza, junto con otras entidades, el Foro Urbano Nacional de junio de este año en Bucaramanga: www.forourbanonacional.org), me di cuenta de lo urgente que es este tema en clave de las acciones estatales para el posconflicto, muy a pesar de que en el Acuerdo Final no haya quedado provisión expresa al respecto. No obstante, según lo entiendo, no es posible practicar el desarrollo urbano sostenible sin que lo rural (eje del Acuerdo) también se beneficie: son dos caras de la misma moneda, al menos en el caso de Colombia, donde se requiere la pacificación duradera. No parece mala idea empezar a buscar la paz a través del desarrollo de nuestras ciudades como algo que pueda extenderse hacia los campos.