Poncio Pilatos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Bustamante Barros

Carlos Bustamante Barros

Columna: Columna Caribeña

e-mail: cm-bustamante@hotmail.com



Para estos días de cuaresma, continua este amigo del Caribe colombiano revisando un poco al menos los anaqueles polvorientos y desvencijados de la historia sagrada universal, encontrando al azar otro de sus capítulos interesantes como lo son en efecto los enunciados de Poncio Pilatos, Procurador de la Provincia Romana de Judea entre los años 26 y 36 después de Cristo, el cual trató a toda costa de inducir a la población civil para el culto al emperador Cesar sin éxito alguno, quien actuaba muchas veces en forma arbitraria, lo cual le trajo revueltas populares, a tal punto que en razón de lo esbozado con anterioridad al Procurador Pilatos le asistían preocupaciones múltiples de grupos extremistas radicales quienes revelados contra el imperio de ultramar de los Cesares en Roma pretendían tomarse a lanzazos y espadas espurias el poder omnímodo provenientes de un país lejano circundado por infinitud de islas anquilosadas en los mares que servían de guardianes sempiternas a sus demarcaciones territoriales de visos ilimitados.

El tan renombrado Juez Poncio Pilatos pasa a la historia sagrada en forma destacada porque fue la persona investido de amplios poderes judiciales encargado según la ley de la época de juzgar a Jesucristo acusado por adeptos a las monarquías imperantes de pregonar noveles teorías del reino celestial después de la muerte, lo cual a criterio del juez enunciado no ameritaba individualización alguna por ser un postulado intangible, de lo cual en sus considerandos hizo precisiones jurídicas para resolver luego su absolución, que no fue aceptado por el comité asesor de asuntos religiosos llamados sanedrines que impugnaron la decisión y luego recurrieron apelación teniendo como conjueces a la multitud arremolinada en la plaza carentes de preparación académica alguna así como intelectual, utilizando para estos fines decisorios de la muchedumbre modalidades odiosas de la comparación para decidir entre dos reos, uno de ellos Jesucristo y el otro barrabas, entre los cuales el gentío en un acto inusual resuelve absolver al segundo de los nombrados, en un acto injusto, previsible por el odio enconado a Jesús, al igual que absurdo en la impartición de justicia al comienzo de nuestros tiempos.

Al producirse el tan previsible fallo en contra de Jesús, que legalizaba ante los organismos judiciales legales su ejecución en la crucifixión, el juez Pilatos en un acto inusual se lava las manos diciendo este hombre es inocente, sin embargo no hace nada por evitar la consumación del crimen de lesa humanidad, hecho este que fue asimilado para la posteridad de los días como el enunciado palpable en delegaciones permisivas a terceros para salvaguardar sus propios intereses, que para el caso que nos ocupa no eran otros diferentes que proteger su buena imagen ante el emperador Romano quien lo había designado como Procurador de la Provincia de Judea.

Por razones obvias si el Juez Pilatos hubiera dado fiel cumplimiento a sus funciones legales de impartir Justicia en forma imparcial, Jesucristo no hubiera sido crucificado en la cruz como el peor de los bandidos, todo lo contrario hubiera sido absuelto de los cargos imputados por inocente, lo anterior nos indica que el juez mencionado incurrió en conductas omisivas que en todos los tiempos ha sido sancionable, incluso muchos tratadistas del derecho piensan que su actuar en delegar funciones que le competían transgredía el mismo ordenamiento jurídico de la época creado e implementado mediante el sistema acusatorio, que llevaron indefectiblemente a la razón a criterios refulgentes que su actuar en la ejecución de Jesús tuvo características cómplices, hechos estos que cambiaron para siempre la personalidad de Pilatos el cual paso de ser un hombre brillante y de inteligencia aguda a un parroquiano alcohólico, sumido en la nostalgia, sin sosiego ni paz espiritual para siempre, en lo que puede designarse como el castigo divino por haber prestado su concurso para facilitar la condena a un inocente que en este caso era el hijo de Dios hecho hombre, para desgracia de Pilatos.

Para finalizar esta entrega periodística deseo señalar que estas historias no son mitos como me lo señalara alguna vez un amable lector, en la cual respeto sus opiniones esbozadas pero no las comparto, de ello han sido anunciadas referencias por el historiador tácito nacido en el año 55 después de Cristo el cual expresa en el año 100 las persecuciones crueles e implacables a los Cristianos por Nerón, añadiendo a sus investigaciones que Jesús había sufrido pena de muerte durante el reinado de Tiberio sentenciado por el Procurador Poncio Pilato, lo cual a su decir detuvo al cristianismo en forma momentáneas, resurgiendo al cabo de los años para extenderse primero por Judea luego hasta la misma capital del imperio Romano, obras estas escritas en los tomos completos de Tácito, en la ciudad de Nueva York durante el año 1942 de nuestros tiempos actuales, lo cual nos indica la certeza del juicio hecho por Pilatos a nuestro señor Jesucristo, es decir la historia con su estela indeleble e imperecedera nos ilustra del actuar del hombre en el mundo, incluso de sus mitos y costumbres para fortuna nuestra.