Locomotora en contravía

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Suponga que una pequeña pero poderosa locomotora avanza a máxima velocidad en sentido contrario a un largo tren de pasajeros, con riesgo inmenso de colisión. Los ocupantes del tren creen que la locomotora no se detendrá; el choque parece inevitable. ¿Cómo evitar un accidente? Bueno, ese tren de pasajeros es Colombia; el sentido correcto de la vía es el respeto por el ecosistema; el destino, la preservación de nuestra biodiversidad; la necesidad, proteger la viabilidad del país. La locomotora pequeña es el gobierno; su destino, obtener recursos a rajatabla, sin importar los daños colaterales; su necesidad, llenar el depósito de la máquina que varios de sus insaciables tripulantes le merman; su pretensión, autodestruirse si es necesario para lograr su objetivo.


En la realidad, nuestra locomotora minera avanza implacable, destruyendo a su arrogante paso todo cuanto se le interponga. No importa el clamor ciudadano ni el futuro del país. La ciega altanería de éste gobierno (y de los anteriores también, que quede claro) arrasa con recursos vitales como páramos, nacederos de ríos, cuerpos de agua, reservas biológicas, bahías y mares para conseguir recursos que vía corrupción terminan en las alforjas de algunos salteadores encargados de tomar decisiones suicidas: basta repasar el largo listado de escándalos que diariamente sacude al país. Incólumes, las alimañas que incluso en cuerpo ajeno se reciclan cada período electoral, abandonarán la locomotora próxima a estrellarse contra el tren de la ciudadanía; irresponsables, se largarán del país; y cínicamente nos culparán de todas las calamidades por ellos causadas. Pretenderán posteriormente un pacto de salvación con ellos fungiendo de salvadores; además, habrá que adorarles. Lo paradójico y delirante es que muchos les creen y les siguen ciegamente. Estamos locos, Lucas.

Hace muy poco, el pueblo de Cajamarca tomó la histórica decisión de rechazar por imponente mayoría la explotación minera en ese municipio. La sensatez gana el primer round: el agua es vital, pero oro no podemos comer. Conocida la decisión de los habitantes, el ministro de minas afirmó que no es retroactiva ni vinculante, y no aplicaría para este caso. Sin importar la voluntad popular o las irreparables consecuencias de la explotación minera, seguirán adelante con la irresponsable extracción del mineral, apoyados en descarados leguleyos. La constitución y las leyes de participación ciudadana son un saludo a la bandera. Desde hace mucho tiempo, la alegre concesión de títulos mineros ha puesto en riesgo a todos los páramos nacionales; recordemos Santurbán. Sabedores de las consecuencias, continúan en lo mismo. ¿Insoslayables compromisos adquiridos? ¿Otros Odebrecht? Recientemente, pusieron en grave riesgo a Caño Cristales, un tesoro mundial; fue tan contundente el rechazo a la explotación petrolera que los interesados detuvieron por ahora el proyecto de explotación petrolera, ¡avalado nada menos que por la ANLA! Vivir para ver, decía Alfonso López. Definitivamente, puede más la codicia. Pero de esos depredadores cabe esperar un nuevo zarpazo. “Volveremos”, dicen desafiantes, al estilo de McArthur.

Mientras los gobiernos de Colombia permiten la devastación, recientemente el congreso de El Salvador prohibió la extracción de minerales. Punto. Calculan que no habrá impacto negativo en la economía (la minería es el 0,3% del PIB salvadoreño) pero sí salvarán sus aguas superficiales, demasiado contaminadas. Ya Costa Rica había vetado la minería a cielo abierto. Y son países “atrasados”, según nuestras sabandijas.

El camino responsable está trazado; las energías renovables se aplican masiva y crecientemente en Noruega, Suecia, Holanda o Alemania. En naciones cuerdas se fomenta la energía limpia en los medios de transporte. La minería irresponsable ya está prohibida en varios países. Mientras tanto, arrasamos bosques nativos para cultivos lícitos e ilícitos de alto impacto ambiental, completando la tarea con agentes químicos fabricantes de desiertos; destrozamos territorios enteros con depredadora minería legal e ilegal, vistas complacientemente por nuestros Nerones. La altiva Sierra Nevada pronto será la desolada Sierra Pelada. ¿No bastó con arrasar nuestras hermosas playas? ¿Siguen los parques naturales?

Atajar tanta estupidez es difícil y agotador. No podemos seguir votando por “el menos peor”, por dinero o por conveniencia propia. El cambio se antoja urgente: hay muchos candidatos honestos, comprometidos, preparados e interesados en construir nación. Plataformas y programas pare el bien común antes que nombres: por esa vía está la salida. Necesitamos gobernantes responsables.

Apostilla: Un réquiem por Venezuela. La arrogante dictadura salió del closet. Duele profundamente tanta ignominia.