Venezolanos. ¿Solidaridad o rechazo?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



La acción direccionada y orquestada por el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, la utilizaremos como un referente en esta contextualización a la soberbia jactanciosa del mandatario de ese país.


Se afirma sin equívoco alguno, que estas pataletas de ahogado, no son más que furiosas diatribas de los revanchistas disfrazados de escrúpulos éticos; es decir en Venezuela se vive una conflagración virulenta, donde no existe un modelo económico que privilegie la sostenibilidad; la economía está en crisis, viven un holocausto en la salud. Si se le pregunta a cualquier seguidor de Maduro, no demorará en responder que todo transcurre en perfecta normalidad en Venezuela; sin embargo si se le pregunta a cualquier emigrante Venezolano a que obedece la estampida de sus coterráneos a territorios como Brasil, Argentina y Colombia, la respuesta no se hace esperar: “nos estamos muriendo de hambre, nos estamos enfermando, estamos adelgazando mucho”. Para ese gobierno, seguidores del mismo los argumentos que exponen, que podría llamarse un optimismo en exceso, es una ruta equivocada. Algunos vaticinan el fracaso del gobierno, pues los problemas que materializan afujías en Venezuela no dan espera, hay hambre, corrupción, abandono estatal, narcotráfico disfrazado. Se necesitan herramientas normativas legales, que orienten el proceso por la senda de la eficiencia. Se requiere un descomunal esfuerzo colectivo que permita al gobierno de ese país abordar el dialogo con la oposición y lo más importante ampliar esa agenda a través de la diversificación de la interlocución.

Basta ya de ese tono beligerante, que contrasta con la mesura, urge un mensaje soportado en la verdad, donde se practique un pilar de convivencia pacífica y de respeto. El gobierno de Venezuela está llamado a ser honesto, integro, entregado a sus gobernados, satisfaciendo sus necesidades primarias; sin embargo los comentarios dicen lo contrario, el gobierno no cumple. Anteponen la observancia de los principios éticos al logro de soluciones. Ese gobierno necesita un plan orientado a la acción para desplegar su potencial de liderazgo, de no hacerlo la degradación moral y social de los hermanos venezolanos cada día será peor. Se necesita decirle la verdad al gobierno venezolano, para que con urgencia se haga una renovación del tejido social; ya que no se justifica que seres humanos sean estigmatizados, rechazados y maltratados dentro y fuera de su país. Ilustramos el sinnúmero de jóvenes, apostados en los semáforos de las urbes, engrosando el desempleo, algunos venden frutas, tinto, dulces, otros se ofrecen como coteros y lo más desastroso, mujeres vendiendo su cuerpo al mejor postor. Es común escuchar a menudo en los medios, la captura de venezolanos involucrados en acciones delictivas.

La pregunta que surge es: ¿Qué hacemos con los venezolanos?. El colombiano afirma lacónicamente que le están quitando el trabajo, pero más allá de esta opinión, alcaldes de la Costa Atlántica se han reunido para ventilar solución que se visibiliza. El problema existe no lo han inventado, obedece a una crisis en la transición de ese gobierno que se ha convertido en incontrolable. Con base en esta contextualización, el gobierno venezolano debe buscar pronta solución a esta problemática de carácter social.

Lo más terrible de esta crónica anunciada, es que la crisis de los venezolanos encarna el sentimiento y la ilusión de dos pueblos hermanos que el libertador Simón Bolívar soñó mantener unidos. Hoy son los venezolanos que pasan hambre, obedeciendo a una crisis de desabastecimiento; en la década de los 60 y 70, fueron colombianos quienes tocaron puertas en ese país buscando oportunidades, que representaba bonanza.