El arte del repentismo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



El arte puede entenderse de muchas maneras. Actualmente no se restringe a la estética pura: utiliza ideas, comunica y genera emociones con recursos variados, tangibles o no. Las definiciones son infinitas y materia de interminables debates; hoy se acepta que, cualquier actividad o producto realizado con esmero y creatividad puede acceder a tal denominación. Su sentido depende mucho de la cultura, los tiempos y la sociedad a la cual se orienta, y ha traspasado las talanqueras de la academia para trascender a lo popular. Difícil explicarlo y entenderlo. Puede ser eterno, temporal o efímero. Podemos admirar por igual el arte griego, egipcio, renacentista, precolombino o contemporáneo con criterios muy disímiles; a fin de cuentas, la frontera del gusto es tan inexistente como la aquella entre el arte y lo que no lo es: No existen reglas claras, ni las categorías propuestas desde Plutarco en adelante son inamovibles. Sin embargo, una obra artística verdadera causa admiración universal, ya sea una pintura figurativa clásica, una escultura conceptual moderna, un edificio imponente, una bella pieza musical, una poesía trascendental o, un exquisito bocado.


El repentismo, arte admirable, conjuga inteligencia, chispa, agilidad mental, respuesta inmediata, ironía y humor fino. Enmudecer y deja sin respuesta a un adversario; es réplica a flor de labios ante un inesperado ataque verbal. Bien sea en la piqueria vallenata (la “Gota Fría”, del viejo Mile es el sumun) o la trova paisa, clara herencia española derivada del trovo (diálogo poético improvisado- que a su vez proviene de la cultura musulmana de al-Ándalus y, ésta, de la “discusión dialéctica” grecorromana, pasando por los estornelos italianos y el versolarismo vasco), se improvisan cantos y respuestas en forma de duelo cantado. El contenido es improvisado pero no la estructura, casi siempre en cuartetas de versos octosilábicos en los cuales la burla y el sarcasmo son las armas de los contrincantes. Redondillas, quintillas y décimas también aparecen en estos duelos. Por cierto, en el Atlántico –Soledad, sobre todo-, las Sabanas de Bolívar y La Guajira, los decimeros hacen las delicias de sus auditorios. No caben por acá los endecasílabos o los versos alejandrinos: el picaresco octosílabo es el tradicional verso español desde los mozárabes del califato de Córdoba. América Latina tiene otras expresiones de repentismo en la payada en el Cono Sur, y el pregón en el Caribe. Héctor Lavoe fue pregonero de estirpe, expresado con maestría en aquel inmortal concierto de La Fania en el marco de la inolvidable pelea entre Muhammad Alí y Geroge Foreman en Zaire, cuando se fajaron pregonando las voces fantásticas de Celia Cruz, Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Cheo Feliciano, Ismael Quintana, Santitos Colón y Roberto Roena: canto y pregón. ¡Qué combo, señores! No olvidemos a otro grande del pregón: el panameño Rubén Blades.

La otra faceta de la repentización es la respuesta irónica y aguda ante cuestionamientos, ya sagaces, ya estúpidos. George Bernard Shaw, tan mordaz como feo, tiene graciosas anécdotas. Una hermosa pero frívola mujer le propone matrimonio, diciéndole: “Mr. Shaw, un hijo nuestro sería perfecto: heredaría su inteligencia y mi belleza”. El irlandés le respondió de inmediato: “Señora, me honra con su ofrecimiento, pero no puedo correr el riesgo de que ese niño herede mi belleza y su inteligencia”. Esta historia también se le atribuyó a Einstein. Otro repentista mordaz fue Winston Churchill. En una ocasión, la parlamentaria Bessie Braddock lo acusó de borracho (el “bulldog” bebía sin compasión ni límites) y Churchill le replicó: “Bessie, tú eres fea. Pero mañana yo estaré sobrio y tú seguirás siendo fea”. Maestros han sido, además de los citados, Oscar Wilde, Borges, Chaplin, Gandhi, Benavente, Hemingway, Mark Twain, Groucho Marx, Woody Allen y Cela. En Colombia, Guillermo León Valencia tuvo excelentes salidas. Algún periodista partidario de la anexión de Colombia a Estados Unidos le dijo: “Doctor Valencia, ¿por qué no le declaramos la guerra a Estados Unidos? Perdemos, y pasamos a hacer parte de ellos”. La respuesta, contundente: “¿Y qué hacemos si ganamos?”. Definitivamente, la inteligencia regocija al espíritu preparado; el repentismo, un arte refinado que no todos comprenden pero cualquiera puede ser su víctima.

Apostilla: Empieza el reality “El aprendiz”. Esperamos que no le digan a su protagonista: “Estás despedido”.

La voz de la semana: Diana Krall, pianista y cantante canadiense.