La violencia intrafamiliar sin control

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Muchos hablan de factores generadores de la violencia intrafamiliar en Colombia; se determinan, discuten; pero de allí no trasciende, no se llega a unificar criterios, especialmente en aquellos a quienes les corresponde impartir justicia.
Son los generadores de violencia que imperan, formándose nuevas modalidades y no se le está entregando la atención debida y menos aplicando la justicia indicada.

Las expresiones o manifestaciones de la violencia intrafamiliar, se hacen cada día más notorias, evidentes; el agresor pasó de golpear en privado para hacerlo en público; donde la mujer es la que resulta más afectada, buscando este los sitios donde se desenvuelve ella, con el fin de enseñorearse y ridiculizarla más.

¿Es indolente la sociedad? Pareciera que sí. Es claro que la violencia intrafamiliar no es fenómeno nuevo en nuestra sociedad; son conductas nocivas que atrasan, limitan, se incuban; la sociedad las percibe, las vive y muchas veces es complaciente; estas con repercusiones mayores y más graves cada día. El abuso en el consumo de licor y estupefacientes también son detonadores de violencia intrafamiliar aunados a otros; los escenarios fatales están siempre inmersos con estos aditivos.

¿Por qué no se reacciona ante las múltiples agresiones a la mujer? Son calcadas, repetidas las numerosas agresiones físicas a la mujer que se relacionan a diario, que engrosan las estadísticas y quedan allí en esa instancia, sin contar las que arropa el silencio. Desde todos los puntos de vista debe analizarse este fenómeno y que se tomen las medidas para combatirlas y disminuirlas cuanto antes.

En 2015, las estadísticas muestran que en el país, solo por violencia sexual y psicológica se registraron 37 mil casos, siendo la antesala, los generadores de violencia física contra ellas.

Se debe reflexionar al respecto por parte de todos sin excepción y denunciar a los responsables de estos actos repudiables. Todavía tienen el descaro hombres en argumentar: le pegué a ella porque es mi mujer. ¿Eso qué es? Este es un pensamiento cavernícola; por supuesto que no deben ser aceptadas estas expresiones. No se justifica la violencia contra ellas. No más violencia contra las mujeres. El reflejo de lo aquí expresado lo observamos día tras día en las páginas judiciales de los periódicos: por poco la mata. Marido furioso cogió a su mujer como saco de boxeo, le cortó el rostro, los brazos, sus partes íntimas con pico de botella. Pero lo más preocupante es que quienes imparten justicia emiten unas sentencias que causan risa; por eso es que el delincuente se burla no de la justicia si no de los jueces que la imparten. Aparece la desfachatez de algunos hombres que dicen que la mujer está para la cocina y quehaceres de la casa (yo no estoy ahí), que no progresan. ¿No será que el tropiezo o impedimento lo provoca el hombre, impidiendo y cercenando las iniciativas de las mujeres?

Debe aparecer cuanto antes una política criminal unificada, justa y oportuna, que no cause descontento en la sociedad y especialmente en las victimas: ellas.

¿Cómo reciben las medidas correctivas los agresores? Como Abogado Criminólogo y Personero para los Derechos Humanos que fui de Cali, considero que las penas a este fenómeno deben aplicarse con rigor y más cuando los actos violentos son reiterados.

La mujer debe darse cuenta a tiempo que es libre de vivir sin violencia, pellizcarse, reaccionar y denunciar los actos violentos que la tienen maniatada física y mentalmente.