¿Paraguas?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Es auspicioso el clima de razonable expectación que se consolida últimamente en el país: las cosas como que van cayendo, poco a poco, por su propio peso: a ningún padre de familia, joven, estudiante, asalariado, empresario, militar, policía o vendedor ambulante le está sonando mejor la “guerra buena” que la “paz mala”. Cada vez aparece como más y más ridículo aquello de que hay que votar por que no haya paz porque se trata, ella, de una “con impunidad”, porque “vale mucho”, o porque “lo que viene para Colombia es incierto”. De hecho, mucha gente inicial del no ha empezado a preguntarse: ¿a qué me estoy oponiendo, realmente? La respuesta la va dando el tiempo: se oponen a una paz que, como todas, es fundamentalmente una promesa, y que, como tal, no es ni será perfecta; pero que, con todo y sus limitaciones, es y será siempre mejor que la nada.


En este escenario de todavía parca lucidez, los del Centro Democrático ya tienen ganas como de ir sacando el paraguas. El paraguas contra la derrota. El representante Hoyos, centro-demócrata, anunció el lunes pasado que su partido está pensando en dejar de hacer campaña por el no, puesto que, para él, el gobierno tiene todas las ventajas habidas y por haber, y así, su derrota –la del no- está cantada, tan de antemano que para qué luchar. No dice Hoyos, para nada, que es posible que la gente no les esté caminando mucho, y que el cuento del no a la paz paulatinamente se esté develando como un gran no, sí, pero a Colombia. No lo dice porque no tiene el temperamento para hacer política con honor.

El paraguas ya lo conocemos, es el mismo de siempre. Que no hay garantías, que Santos hizo trampa, que los están persiguiendo, que el asilo político..., que no sé qué. La misma historia, los mismos protagonistas, e igual finalidad: tender un manto de duda alrededor de las decisiones de los colombianos. El mismo oportunismo baboso y cansón con que han pretendido confundir para reinar. La mala noticia, para ellos, es que no creo que, tampoco, esta vez funcione. Lo poco que se ha enterado la gente del contenido de los acuerdos ha sido extrañamente suficiente para darle en qué pensar al grueso de la población. Es así, no se necesita más: la aparentemente endeble promesa de la paz es en realidad tan fuerte que basta con que se la nombre para espantar espantos.

Así que espero que los uribistas no se rindan y sigan haciendo campaña por su no. Creo que merecen la oportunidad de expresar toda su inconformidad, su desacuerdo, e incluso su dolor y su rabia por lo que, desde su particularísimo punto de vista, consideran una injusticia. Pero también espero que respeten el posible resultado a favor del sí. Esa es una avalancha que nadie para.

P.S. A los del correíto amenazante de la última semana, les contesto al aire: siempre estoy solo, no tengo carro blindado –ni sin blindaje-, y, sobre todo, nunca he necesitado de armas para sentirme hombre. De modo que pueden venir por mí cuando quieran y enseñarme la paz en la que creen.