El eco de un escándalo que produce escalofrío y terror, cumple un accidentado tránsito en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta; nos referimos al sida, cuya aparición preocupa a los diferentes estamentos de la sociedad bajo la sombrilla de un supuesto contagio.
Estos hechos que son un auténtico retrato de la realidad, expresan la degradación en la que se encuentra nuestra sociedad; el Parque pierde su razón de ser para convertirse en un mercado sexual y las autoridades ¿qué? Hasta el momento no se manifiestan, son ciegos, sordos y mudos. Algunos ciudadanos sugieren que se le cambie de nombre al parque; no estoy de acuerdo, no merece ni siquiera aquí mencionarlo. Por ello es imperativo diseñar e implementar un observatorio de trabajo sexual y buscar soluciones al caso. He notado que las campañas al respecto que serían una alerta temprana brillan por su ausencia.
Necesitamos proceder con coraje y coherencia, articular una ruta de atención y prevención en salud que se oriente en la dirección correcta. Este azote del sida y su continua propagación no son simple pinchazos de agujas o trasmisiones de sangre infectada, aquí lo que se presenta es puro abuso de sexualidad. Esta advertencia tiene un propósito de gran validez y un punto de partida acertado; para evitar su propagación en otros territorios y aquí es menester encarar el problema con franqueza y realismo; ocultarlo no es sano, hablarlo y denunciarlo es necesario. El sida nos debe preocupar a todos, ya que es una manifestación convincente que desestabiliza a cualquier sistema de salud por su elevado costo en el tratamiento y no como dicen algunos que son maquinaciones burdas; por el contrario el sida es un problema alarmante que puede conducir a la muerte, cuyo contagio se puede dar con facilidad. Tenga cuidado que el sida sí da.
Unidos, comunidad, Estado y medios de comunicación debemos dirigir una agenda interinstitucional que apague las llamas de este terrible mal. Llevemos a la práctica iniciativas que promuevan campañas de prevención en todos los niveles del comportamiento social, especialmente a los docentes y padres de familia para que sean líderes en valores sobre el fortalecimiento de la conciencia.
Marchar a conciencia hacia la consolidación y el perfeccionamiento de la cohesión social debe ser un compromiso nuestro siempre; una visión que potencie desarrollo, donde la normatividad y el cumplimiento debe ser lo primero: la protección.
El problema del sida merece ser reflexionado a través de un aprendizaje colectivo impulsado por un activismo social.