Feliz cumpleaños Santa Marta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Hoy cuando Santa Marta arriba a sus 491 años de fundada por Rodrigo de Bastidas, hacemos un contraste entre la evolución y atraso que muestra la ciudad; en este proceso ilustramos el hecho de haberse convertido en receptora de un sinnúmero de compatriotas procedentes del departamento y de otras regiones del país; factor que produjo un ingreso masivo por el accionar de fuerzas al margen de la ley. Esto conlleva a equiparar la pequeña comarca del ayer con la ciudad de hoy que supera 500 mil habitantes; circunstancias que ha colisionado con la realidad partiendo del hecho que los servicios públicos tenían una cobertura acorde al momento, pero ahora no, hay desfase.


Este es un retrato descriptivo del pretérito y del presente; sin embargo, ante los criterios de flexibilización que se puedan dar, los samarios debemos tener un compromiso vinculante con visión integral, que pueda establecer modelos benéficos de gobernanza y ser verticales en las decisiones. Aquí es fundamental reflexionar ¿Qué es más importante el turismo o la explotación del sector minero energético?

Hay que reafirmar en este sentido que somos potencial turístico por naturaleza y el segundo, punto estratégico para la ubicación de puertos. Los que nos perfila a avances normativos de racionalizar estos desafíos que indudablemente a futuro implican recursos millonarios para el Distrito. Este fenómeno: turismo vs. puertos, es una propuesta beneficiosa y coherente que activa una ruta hacia el progreso que hay que aprender a convivir con ella.

Es fundamental sincronizarnos bajo una organización afianzada en un marco de oportunidades, una especie de instrumentos dinamizadores que unen propósitos, que visionen estrategias, coordinen, formulen y ejecuten proyectos para el desarrollo social. En sus 491 años Santa Marta es visionada desde el viejo continente y otros países del mundo como un paraíso, donde coinciden inversionistas de todos los matices, deseosos de explorar iniciativas en la región; Santa Marta no debe sucumbir por la pobreza argumentativa de muchos de sus paisanos protagonistas del pesimismo; Santa Marta debe ser empujada por el espíritu de los tiempos, por fuerzas colectivas que arropen mayor optimismo dado que la naturaleza la ha dotado de hermosos privilegios: mar, Sierra, ríos, playas; donde se pueden explorar diversidad de proyectos a través de la visión y de las experiencias, además promover un futuro lleno de esperanzas. Debemos salir del concepto anacrónico, que Santa Marta siendo la ciudad más antigua de Colombia ocupe los primeros lugares en atraso, esto bajo un contexto de la dinámica social y de paso la inconsistencia que existe y que aun reflejamos. Hay que cambiar la sensación de desaliento con una postura de solidaridad, que afiance el trabajo mancomunado de todos, porque quiéralo o no el rezago que evidencia el futuro incierto y oscuro de la ciudad se lo debemos a la clase política. Necesitamos una nueva clase política, vertical, integral que practique el lenguaje del respeto, que profundice la democracia bajo un trabajo organizado, colectivo y responsable. Santa Marta necesita una postura ética bajo un potencial global de ofertas para hacer frente al futuro que se nos viene y no nos hemos dado cuenta.

Los próximos dirigentes deben destacarse por un buen manejo administrativo y financiero que genere transparencia, confianza y desarrollo.

En este orden de ideas es valioso tener en cuenta que la transición del desarrollo social de la ciudad empieza por cambiar la concepción doctrinal del individuo; se debe dar un baño de realidad sobre lo que está pasando en la ciudad. Debemos dejar atrás esas miradas tristes de resignación y desesperanza, ese sentimiento de pesimismo ante la realidad que circunda; por el contrario debemos blindarnos con el liderazgo de la esperanza bajo un testimonio que evidencie ejecuciones hacia el cambio y la transformación. Santa Marta está llamada a realizar un verdadero cambio.


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