Escrito por:
Hernando Pacific Gnecco
Columna: Coloquios y Apostillas
e-mail: hernando_pacific@hotmail.com
Si hoy Ana y Jaime estuvieran iniciando su vida artística, no dudo que tendrían que responder por cargos de terrorismo, subversión, incitación a la violencia y quien sabe cuántas estupideces más.
Y pasaría lo mismo con "Naranjito" (Luis Gabriel, su nombre artístico), Pablus Gallinazus y otros cultores colombianos de la canción protesta de los años 60 a los 80. Si creen que exagero, pregúntenle a los argentinos Piero, Mercedes, Sosa, Facundo Cabral, León Gieco, Nacha Guevara y otros, o con los chilenos Víctor Jara, Inti Illimani, el venezolano Alí Primera, etc. ¿Por qué lo digo? Las letras de "Ricardo Semillas", "Mula revolucionaria" o "Café y petróleo" habrían bastado para seguimientos ilegales, acosos y amenazas (ilegales siempre), interceptación de correos electrónicos (ilegalmente, también), acusación ante la Fiscalía por "terroristas, guerrilleros" y quien qué más, y luego condenados a prisión. ¿No me creen aun? Sólo busquen en Internet esas canciones, que para todos los adolescentes de la época, mechudos e ilusos, significaban mucho, y nada para el establishment. Por esas canciones nadie se metió a guerrillero, hizo terrorismo o lideró una revolución.
Es más, ni siquiera fueron eficaces en despertar conciencia colectiva. Tanto que esos rebeldes de entonces hoy se desempeñan dentro de la sociedad en artes, oficios y profesiones sin constituir el peligro para la sociedad que temían sus persecutores. Solo fueron expresión de una época que hoy recoge algunos frutos, no todos los necesarios. Hoy, con la desventurada "guerra al terrorismo", expresar que a alguien lo matan por sus ideas, que malbaratan el país al "mejor postor", o glorificar a una mula revolucionaria significa la cacería implacable por parte de los estados y las autoridades supranacionales, como si los artistas fueran los violentos.
No señores. Este mundo que, de 50 años a esta parte, ha logrado vencer en muchas batallas pero no en la guerra por los derechos civiles y humanos y por causas apenas dignas, se expresa a través del arte porque no tiene espacio en los escenarios de mando, poder y dinero: por ejemplo, la comunidad negra de los Estados Unidos, desde la época de Luther King hasta la última presentación de Beyonce en el Super Bowl, sigue batallando sin obtener pleno derecho a la igualdad.
El "escandaloso" video de la cantante norteamericana, conmovedor, muestra hechos reales de reciente ocurrencia en "el país de las libertades". ¿Es ella una activista del comunismo, del terrorismo, de guerrilla alguna? No; sólo una artista que pone el dedo en la llaga, simplemente. ¿Molesta a los fundamentalistas sinceros y a los hipócritas miserables? Sí, claro, pero ella tiene todo el derecho de hacerlo sin merecer censura o persecución.
El arte verdadero es libertario y, siempre incómodo; nunca estará amarrado a doctrinas o credos políticos o religiosos, y expresa lo de sus tiempos. Y, por eso mismo, es perseguido por gobiernos y religiones. Banksy pintó algunos murales en la infame barrera que segrega a los palestinos de Israel; de inmediato, los fundamentalistas del gobierno confesional la emprendieron contra el artista, como si lo denunciado no fuese cierto. Los musulmanes cometen atrocidades que no caben en estas épocas, y hay que mostrarlas al mundo, sin que ello signifique decapitación, lapidación o cualquier forma de pena de muerte. Assange sigue asilado en la embajada de Ecuador en Londres por presentar al mundo documentos que muestran la forma asquerosa como se ejerce el poder mundial. Los cuervos huyen del Vaticano desde los Vatileaks.
La Flip denuncia que Colombia es el quinto país del mundo con más agresiones a periodistas. Esta semana fueron Beyonce, los integrantes de la compañía española Títeres desde Abajo (por la representación de Barriga Verde); mañana serán humoristas, caricaturistas, pintores, periodistas, opositores a los gobiernos, creyentes de cualquier confesión, LGTBI, negros, judíos, palestinos, latinos, migrantes forzados, etc. Las ideas son intangibles que se difunden irrefrenables y, al no poder liquidarlas a balas, los escasos de inteligencia y dialéctica optan por matar al portador de ellas, convencidos que las sepultan para siempre; el efecto es contrario, y visibilizan al creador. ¿Tienen la culpa caricaturas, chistes, obras de teatro, poemas, canciones o escritos? No, señores. Ellos son simples voceros de la sociedad, que al menos puede expresarse mientras se consolidan los cambios que piden estos tiempos. La calentura no está en las sábanas…
Por: Hernando Pacific Gnecco
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