La ley del embudo

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



A poco de publicarse Cien años de soledad, Gabriel García Márquez recibió una exótica carta de un alemán que, pasada la inicial reconstrucción de su país, creía saber más gramática española que el escritor colombiano. Le decía, en esa macondiana misiva, que el verbo haber estaba mal conjugado en el mítico primer párrafo de la magna obra aludida: lo correcto era "habría", y no "había", según el germano.

 

No me detendré en la explicación de lo que no requiere ser explicado. "Muchos años después" había de pasarme algo similar con una profesora holandesa de derechos humanos: me corrigió incorrectamente un ensayo argumentativo basada en lo que para ella era buen español, haciendo gala de una ridiculez que no he vuelto a ver: ¿a quién se le ocurre escaparse a otro país a enseñar a otros a vivir? Se necesita ser medio bobo, o un gran farsante.

Enemigo moral que soy de los narcotraficantes, y de cualquier otro sujeto que se crea con derecho de romper el legítimo orden jurídico de una sociedad, no puedo menos de regocijarme con la captura del Chapo Guzmán, remembranza del despreciable Pablo Escobar en Colombia. Sin embargo, hay un par de cosas que decir sobre eso. En primer lugar, a propósito de la dudosa injerencia nacional que algunos medios y no pocos opinadores han reivindicado en la operación contra el capo de Sinaloa, ¿cuál es el mérito de los "asesores de seguridad" colombianos que han ido a México dizque a apoyar a las autoridades de ese país, pero que no pudieron hacer ni la mitad que ellas cuando de verdad tuvieron que enfrentar las estructuras mafiosas de aquí? ¿En serio es verosímil para alguien el cuento de que el narcotráfico es cosa del pasado en Colombia, y que, además, lo es gracias a estos consejeros? Ni lo uno ni lo otro.

De entre las genialidades aportadas por los "expertos" que no alteraron la postración colombiana ante la delincuencia y la corrupción resalta una extraordinaria obviedad que presumiblemente ellos han extrapolado de los análisis agringados acerca de Colombia: no atrapaban al Chapo Guzmán porque, a semejanza de lo que pasaba en Antioquia y Medellín con Escobar, la población de todo el Estado de Sinaloa protegía gustosa al mafioso (tal vez porque ambos son la misma cosa, queda insinuado); cuando, en realidad, este nunca ha dejado de amenazar a aquella. Una amenaza que deviene en real y efectiva cuando, justamente, no hay Estado que funcione. Este ofensivo argumento que los asesores colombianos (antiguos altos oficiales de la Policía y del Ejército) ahora exportan es la repetición de lo que los gringos les dijeron a ellos de nosotros cuando vinieron aquí a "colaborar" hace veinte o treinta años: nosotros como que cohonestamos al crimen, porque todos somos un poquito delincuentes. Una verdad sin matices, a medias, convenientemente cifrada.

Y en segundo lugar, una perla: al Chapo los medios estadounidenses lo responsabilizan casi exclusivamente del narcotráfico en los Estados Unidos. Reconocen en él a un enemigo público. Me pregunto: del montón de Estados de la Unión yanqui que solicitan a Guzmán, ¿cuántos de ellos estarán persiguiendo a los fiscales, policías, militares, políticos y consumidores de todos los niveles gringos que hacen de los Estados Unidos el país más narcotizado del mundo, y que con su vicio/enfermedad paga los muertos de la producción y tráfico en países como México y Colombia?

 

Por Tulio Ramos Mancilla
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.