Propuestas fuera de la realidad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Tras la finalidad de acabar con los planteamientos ambiguos, confusos y engañosos a nivel político - social, se requiere con urgencia promulgar e incentivar un mensaje firme y de unidad racional; mensaje que debe prevalecer entorno a una comunicación honesta y directa que sepa mantener rectitud, orden y disciplina ante los escenarios de confrontación popular. Este debe ser un postulado básico de nuestro accionar político que sepa discernir ante tantos halagos que no hacen más que fortalecer la inercia social, la desidia, indolencia y la pasividad.

 

Todas estas manifestaciones son incentivos de una fragmentación partidaria, pero es una verdad de a puño que se vive actualmente; en otras palabras es el rostro del destino democrático en boga a nivel global; este es un hecho claro y patético de la inconciencia social en la que se encuentra sumergida la sociedad en el país, donde la tolerancia ha sido acribillada por carcajadas de optimismo y falsas bondades. Estos lineamientos equivocados requieren la incorporación de criterios de organización que promuevan la visión de educación como eje central, ésta articulada de manera coherente y responsable hace propicio un enfoque de pedagogía social conducente al cambio verdadero socio - político - cultural, cambio que hace evidente la promoción de un gran entusiasmo que fortalezca la semilla del entendimiento y la confianza; basta de tanta zancadilla, odios, ataques injustificados para abrirse paso como sea.

En el escenario de la participación democrática se debe entender que el elegido debe ser el de mejor perfil: Honesto, servicial, disciplinado… pero no, resulta que los caciques políticos ejercen directrices sobre el individuo y el colectivo imponiéndoles a quien elegir.

Ante esta verdad latente, Colombia requiere un mandato de carácter social que soporte la defensa de la soberanía y democracia del país. Este mandato social debemos adoptarlo como un sueño colectivo latinoamericano con verdadero rigor histórico que abrace la participación de toda la comunidad desde un principio integrador donde los proyectos, programas e ideales sean incluyentes y que no se confunda con el tecnicismo leguleyo que no corresponde a las evidencias abrumadoras. Un diagnostico general que evalúe lo anteriormente referenciado nos permite afirmar que el sistema sociopolítico de Colombia exige que se le imprima un sello de limpieza al interior de toda su estructura organizacional para que muestre credibilidad sin sectarismos, ni fanatismos.

La objetividad razonable nos conduce a actuar bajo la ética de la convicción con lujo de firmeza y capacidad, La coherencia en este ejercicio hacia una verdadera democracia propone e insiste reivindicar un espacio donde sea posible el poder soberano; soberanía que ilumine con un dialogo claro y lucidez temprana la construcción de un nuevo país decente que dedique su vida a la noble causa de transformar ésta sociedad anquilosada y lo más importante que preserve el rumbo de un buen liderazgo que en la actualidad admite críticas.

Por ello desde esta columna periodística, no nos cansaremos en insistir que la educación es la más poderosa herramienta de inclusión social y de crecimiento económico; es menester plantear una estrategia que profundice y promueva un eficiente plan de desarrollo. En la actual contienda electoral es común y tradicional escuchar a los militantes de partidos políticos que el respaldo de ellos está supeditado a la orden que de su jefe y no la de la conciencia; nos preguntamos entonces ¿Es esto democracia? Y pasando a la coyuntura estructural de los movimientos políticos y sus avales observamos con preocupación el inconformismo y el escepticismo de sus miembros es cada día más acentuado.