¿Cree en la Justicia colombiana?

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Nunca antes se había formulado tal pregunta a los colombianos; 10 mil interrogados respondieron y el 61% manifestó que no cree en la justicia colombiana; encuesta realizada en Bogotá, Medellín y Barranquilla a cargo de una empresa experta en la consultoría de datos.
La historia nos señala que en el mundo y en Colombia se presentaron grandes injusticias, porque al momento esa manifestación convenía; pero tal vez en esos tiempos la justicia más ciega, sorda y muda lo permitía; habían hombres y mujeres persistentes que murieron por defender una verdadera aplicación de la justicia.
¿Estamos distantes de una justicia creíble? Mientras no se despejen las fallas que agudizan la crisis actual, se amañen las pruebas, se oculten o pierdan estas, existan preferencias marcadas para una de las partes y sucedan más irregularidades, claro que sí y estamos bastante distantes. Que decir en la contratación administrativa cuando se fija termino, este se cumple y quedan las obras inconclusas porque se acabaron los recursos resultando unos elefantes blancos. Otro lunar que se presenta en la administración de justicia es el represamiento de procesos que impide el normal funcionamiento de los estrados judiciales y retrasa las sentencias que estos deben emitir. Uno de los retos que tienen los organismos que juzgan en Colombia es el de extirpar el monstruo de la impunidad que afecta enormemente y viola los derechos humanos. La percepción del ciudadano colombiano del común es la que conocemos de décadas, que la justicia está en contra de los de ruana y alpargatas y por lo tanto una de las trabas es la lentitud de los procesos; de ahí que debe permanecer en la conciencia de los que lleguen a tener conflictos, utilizar mecanismos como la Conciliación para que ponga freno en algo esa congestión; y que muchos casos no sean sepultados, por el contrario sean resucitados y se les brinde la justicia correspondiente. Otra gran anomalía que se observa en la administración de justicia es que están naciendo fábricas de testigos falsos que doblegan la verdad verdadera, con una verdad formal aparente; situación que avanza como bola de nieve, que no quiere parar y no parece preocupar a quienes tienen que desarraigar estos vicios. Ser juez y sentenciar no se debe identificar como justo; a esa sentencia emitida examinándose con lupa ahora o a futuro no le debe aparecer irregularidad alguna, tampoco debe permanecer en el aire el clamor de justicia de alguien desde el más allá.
En este panorama de jurídico se dibujan diferentes expresiones de justicia que satisfacen unas, otras no, algunas evidentemente a la opinión como violatorias. Se incrementa más la falta de credibilidad en la justicia, cuando una conducta delictiva cometida a todas luces y quienes imparten justicia dejan en libertad al presunto implicado o al sorprendido en estado de flagrancia, creando desilusión en la sociedad, pidiéndose además cadena perpetua para los judicializados, cuando esta no aparece dentro de nuestro régimen jurídico.
De generarse una verdadera reforma a la justicia, tendrá que ser democrática, que dote de personal y recursos a los organismos de justicia con el objeto de sacar de los anaqueles expedientes que duermen el sueño de los justos y de una vez acabar la aplicación de la justicia por propia mano. Justicia es lo que se debe hacer, de acuerdo a lo razonable, a lo equitativo, a lo otorgado por el derecho.
Finalmente, traemos a colación la frase que expresan muchos desdichados carentes de justicia: Si se burló de la justicia terrenal, de la divina no se salvará; ya que si creen en ella.



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