José Benito Vives El samario de Pro

Jose Benito Vives De Andréis Santa Marta 1894 - 1984

Especiales
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Escrito por:

Rafael Gónzalez Paredes

Rafael Gónzalez Paredes

Columna: Yo, el escribano

e-mail: raffaescribano@yahoo.com



*No es un acto de vanidad contar mi vida

Santa Marta era muy pequeña; las casas eran de tejas y paredes de calicanto grueso, no existían los techos de pajas porque el viento y los piratas del siglo pasado las habían arrasado. "Me contaron que debido a una fiebre tifoidea que me dio cuando apenas contaba con siete meses de nacido, de la que me salvé milagrosamente, por ello mi constitución física fue la de un niño débil, enjuto de carne, circunstancia ésta que influyó para que durante mi infancia fuera muy retraído y casero, más dado a los quehaceres domésticos que a los juegos infantiles.

"Mi padre se dedicaba al negocio de mercancías extranjeras y del país, contando con un almacén bien surtido y buena clientela. Negociaba también mi padre el vino y artículos de rancho. Los vinos venían en barricas medianas y grandes, que eran envasadas para la venta al detal por nosotros a pesar de nuestra corta edad. "En realidad, nuestra infancia fue bastante precaria. Una familia muy numerosa y azotada por el flagelo de la guerra civil llamada de Los Mil Días” (1899/1902) guerra fratricida que liquidó en poco tiempo los haberes que poseían mis padres. "El almacén de mercancías que teníamos en Santa Marta, desapareció como por encanto.

¿CÓMO ERA SANTA MARTA DE ENTONCES?
 Santa Marta era muy pequeña; las casas eran de tejas y paredes de calicanto grueso, no existían los techos de pajas porque el viento y los piratas del siglo pasado las habían arrasado. "Me contaron que debido a una fiebre tifoidea que me dio cuando apenas contaba con siete meses de nacido, de la que me salvé milagrosamente, por ello mi constitución física fue la de un niño débil, enjuto de carne, circunstancia ésta que influyó para que durante mi infancia fuera muy retraído y casero, más dado a los quehaceres domésticos que a los juegos infantiles.

"Mi padre se dedicaba al negocio de mercancías extranjeras y del país, contando con un almacén bien surtido y buena clientela. Negociaba también mi padre el vino y artículos de rancho. Los vinos venían en barricas medianas y grandes, que eran envasadas para la venta al detal por nosotros a pesar de nuestra corta edad. "En realidad, nuestra infancia fue bastante precaria. Una familia muy numerosa y azotada por el flagelo de la guerra civil llamada de Los Mil Días” (1899/1902) guerra fratricida que liquidó en poco tiempo los haberes que poseían mis padres. "El almacén de mercancías que teníamos en Santa Marta, desapareció como por encanto.


“UN BEODO MUY ILUSTRE”

Don Demetrio Daniel Henríquez, era un ilustre hijo de Ciénaga, orador, escritor y humorista. Fue político, pero siempre tropezaba con un obstáculo: el trago. Yo lo observaba y veía, que había dado por excederse con frecuencia. Un día me visitó en mi despacho de la Gobernación recibiéndolo yo muy amigablemente y hablando de todo, en forma muy discreta me insinuó para que lo nombrara en el alto cargo. Sin embargo, con él había que pensarlo dos veces y me puso en una situación muy difícil, y no me quedo otra alternativa que decirle el inconveniente que encontraba para no hacer el nombramiento inmediatamente, haciéndole ver el problema del trago. Y entonces me dijo: ¡Ya yo no bebo! Y mi respuesta fue la siguiente: ¡Cuánto tiempo tienes que no tomas? Y me contestó con toda franqueza: ¡Pasado mañana voy a tener tres días!





“LA POLICÍA”

En la Santa Marta que yo conocí solamente había tres policías, ya que, en promedio, los muertos por violencia no superaban la unidad cada cinco años. Tres policías parecían mucho, y hubo debates en la Asamblea, para suprimir un cargo, pero las amas de casas impusieron que eran los tres necesarios, porque se turnaban cuando los requerían para ir a llevar maridos borrachitos a sus casas, que era su mayor tarea, y no se fueran a ahogar en las playas durmiéndose en sus orillas. Estos tres únicos policías eran muy conocidos y estimados, recordándolos por sus apodos. “Manuel de Aguas”, otro era “Mono Cuero”, y el tercero era” Catalejo”, todos eran altos y corpulentos.


“LA MEDICINA EN SANTA MARTA”

Los muchachos no les temíamos a la fiebre, a la varicela, al sarampión, ni a la viruela, sino a la quinina por sus efectos desagradables. Principiaba nuestro viacrucis en la botica Infante que tenía muchas cosas buenas, especialmente su dueño don Pedro Antonio Infante Ustáriz. Era su farmacéutico Ernesto Zagarra;  la quinina era la medicina que más recetaba nuestro único médico el doctor Manuel I. Guardiola. Siempre nos daba tremendas cápsulas, “Valerianato de Quinina” o “Bromhidrato de Quinina”, etc., Otras de las cosas magníficas que tenía la Botica Infante, era el crédito que no se lo negaban a nadie porque no tuviera dinero para pagar el remedio que necesitaba. Su inventario se incrementó cuando adquirió la ‘botica’ de Alejandro Prospero Reverand.

Los partos eran atendidos por comadronas en las casas y el Hospital San Juan de Dios que es muy antiguo, era exclusivamente para enfermos de caridad. La última operación que se hizo en una casa de familia pudiente se practicó en la casa del General Jorge Tribín en una operación de aneurisma en la región inguinal que resultó fatal, porque apenas el bisturí del cirujano operante le tocó la arteria, la hemorragia fue incontenible. Desde entonces la gente en Santa Marta, ya fuera de caridad o pudiente, por exigencia de los médicos sólo operaban en la sala de cirugía del Hospital.


 

“FILA PARA CONOCER EL HIELO”

Tenía don Santiago Hernández un casino, donde los más encopetados se divertían tomando trago, jugando billar o cartas. Allí se vendió por primera vez hielo en Santa Marta; aquello fue un gran acontecimiento y no sé cómo hizo don Santiago para conseguir ese hielo y venderlo por libras. Decían entonces que el hielo no era frío sino caliente, porque aparentemente quemaba las manos. El negocio fue muy bueno los bloques de hielo se vendían como pan caliente, pero jamás volvió a traerlos porque la gente hacía fila nada más por la curiosidad de conocer el hielo. Luego don Juan Maya hizo otro intento y en grandes cajas llenas de aserrín trajo una gran cantidad de hielo, que vendió en la esquina de su casa, actual Hotel Boutique Don Pepe.

 

“LA ULTIMA CORRALEJA”

En esos días celebrábamos el Carnaval, con corralejas, carreras de caballo, piñatas, peleas de gallos finos, comparsas y cumbiambas. Los tres días de Carnaval fueron tan espléndidamente celebrados, que la gente solicitaba que la festividad se prolongara por tres días más y sólo faltaba un requisito, el más difícil de conseguir, el del señor Obispo de la Diócesis, ilustrísimo padre Francisco Pertuz Royo; luego que el señor obispo aceptara se prolongaron los carnavales por tres días más y por lo tanto también sus corralejas y otras fiestas. Como era costumbre, corralejas en la plaza de San Francisco que era donde las hacían, y en la que se distinguían los toros de 6 años de los Ujueta, de los Dávila y de los últimos De Mier. todas muy agradables. Por escribir sobre la última corraleja celebrada en Santa Marta, fue que hubo un hombre muerto, pero no por los toros, sino a tiros. Todo fue, porque había un samario llamado Camilo Mario Barreneche, muy fiestero como casi todos, pero que nunca dejaba en su casa el mal genio, ni siquiera cuando había carantoñas y festines. Así fue como en plena Corraleja se presentó con su caballo Bayo, a alardear de su montura y a coger por el rabo el ganado, cosa que era corriente y celebrada por todo el público, pero al agarrarle un borracho las bridas de su caballo, Camilo Mario estalló en su mal genio y acribilló a tiros desde su caballo al borracho. Como en Santa Marta sólo había un muerto violento cada cinco años, esto causó sensación y dio para mucho hablar, y en las siguientes fiestas, se pensó suprimirlas por aquel incidente, pero luego de un detenido estudio no se le echó la culpa al Carnaval, ni a los gallos finos de pelea, ni a las cumbiambas y otros festejos, sólo quedando pendiente suprimir la corraleja.

ORIGEN DE LA FAMILIA VIVES

El origen de los Vives es judío; eran conservadores en su vida privada y liberales en la calle. Fue Salvador Vives Ferrer quien llegó por primera vez a Colombia, desembarcó acompañado de su esposa Manuela de Agreda de Vives oriunda de Burgos, la capital de Castilla la Vieja, y de sus tres hijos Manuel, Luis y José. Se establecieron en Cartagena de Indias, trayendo consigo su sangre rebelde catalana y hace parte del sitio de Cartagena en 1815, luchando en contra del “Pacificador”, Pablo Morillo, al mando de las tropas que envió el rey de España. En el sitio de Cartagena muere mi tatarabuelo Salvador Vives Ferrer. De esos tres hijos el mayor es Manuel Vives de Agreda, o sea mi bisabuelo, contrae matrimonio con una dama de Cartagena llamada Sara Polanco y de ese matrimonio nace Manuel Polonio Vives Polanco.  Cuando Manuel Vives de Agreda enviuda, emigra de Cartagena a Santa Marta, siendo el primer Vives en establecerse en Santa Marta, junto con su hijo Manuel Polonio Vives Polanco el que sería mi abuelo que se casa con María de Jesús Vergara y entre otros nace Nelson Pedro Vives Vergara, mi padre quien contrae nupcias con Manuela De Andréis Capella; de sus diez hijos fui el quinto.

 La primera persona con quien me vi a bordo apenas llegué fue con el jefe del resguardo, general Juan Campo Serrano Riascos, quien vestía de negro por el reciente luto de su esposa, prima hermana mía y madre de la joven que me había llamado la atención por su belleza cuando estuve de paso en Santa Marta durante mi travesía por Suramérica "Enamorado me dedique a indagar muy secretamente cuáles serían las posibilidades de éxito y me pareció apreciar que había probabilidades de triunfar, a pesar que mi pretendida, por su reciente duelo por la muerte de su madre, vivía con su abuela ciega, su padre y dos tíos viejos y gruñones; el uno casado con doña Anita Caro de Campo Serrano (hija del expresidente de Colombia Miguel Antonio Caro) y el otro soltero empedernido.



Don Pepe Vives y señora Silvia Campo de Vives

Silvia Rosa Campo Díaz Granados, a la edad de 8 años

La residencia donde vivían, casa solariega de los Campo Serrano, se me presentaba como una fortaleza inexpugnable, porque era un serio problema visitarla. Establecí una especie de asedio exterior y desde las 7 y media de la noche, establecía mi cuartel en una de las ventanas de los balcones del Palacio Episcopal, que como mandado a hacer tenía un muro donde podía sentarme, observando hacia el otro lado de la calle en diagonal, por donde alcanzaba a ver los ojos de una persona que con frecuencia atisbaba y, claro, me hacia la ilusión que era ella.

Como primera medida compré un par de primorosos canarios y los envié regalados; esta fue la primera clarinada de que había enemigo al frente y la llegada de los emisarios de mis pretensiones o sean los canarios, causaron gran revuelo y hubo consejo de familia, compuesto por los tres cancerberos para escudriñar a título de qué enviaba ese presente. De todos modos, los canarios no fueron devueltos y frecuentemente tenía noticias que la nueva dueña los quería mucho y los cuidaba, lo cual constituyó una gran noticia para mí. “Con este primer paso, visité por primera vez la casa solariega donde vivía la abuela de ella, que era mi tía. Fue aquella una visita con demasiados testigos y por lo tanto muy corta, sin que nada me indicara lo que podía resultar.

Fui persistente y me impuse la obligación de visitarlos todas las semanas. Escribí cartas para entregarlas personalmente, pero me regresaba con ellas por falta de oportunidad, siendo así, que siempre mantenía una en el bolsillo cuando hacia la visita, hasta cuando hubo una ocasión en que me quede solo con la abuela, que no veía y aproveché esa feliz o p o r t u n id a d p a r a d e s p e d i r m e y deslizarla en las propias manos de la futura novia
, con tan mala suerte, que la agarró y la dejo caer al suelo, de donde la recobré precipitadamente. No me desilusioné, porque había algo interno, que me indicaba que al fin tendría éxito.

Creí conveniente buscar personas allegadas a ella que pudieran servirme de emisarias, entre las cuales ocupó el primer lugar mi tía Aminta, que también era tía de ella y con quien conversaba largamente. “Por fin, un 1 de septiembre, día del cumpleaños de ella, se me ocurrió llamarla para felicitarla, pareciéndome los minutos interminables mientras le daba al teléfono manivela, zozobra que minutos después fue recompensada al agradecerme ese gesto y ya para despedirme, le dije que la iba a pedir, lo cual ella aceptó. Ya se pueden imaginar mi dicha, y al día siguiente envié los comisionados para pedir su mano, obteniendo su rendición incondicional el día 25 de abril de 1925 a las 12 del día. “Esa boda entre el autor y Silvia Rosa Campo fue muy concurrida, causando gran sensación en todos los estamentos de la ciudad. Debo acotar, que antes para la luna de miel no se hacían viajes ni a San Andrés, ni Miami, ni siquiera a Minca; los recién desposados que se casaban en Santa Marta, iban a pasar luna de miel a La coquera de don Pedro Antonio Infante Ustariz , que estaba donde ahora queda situado el Mercado. “Sin embargo, en el momento decisivo, Silvia Rosa no quiso ir allá, sino a la casa que había recientemente construido yo, para irnos a vivir allá, donde después hemos permanecido el resto de mi vida, junto a la Avenida del Libertador”.

 Obras son amores y no bellas razones Don Pepe

—Alcalde Santa Marta—1936-1938

—Gobernador Magdalena—1939-1942

—Representante a la Cámara—1963

—Senador de la República—1966

José Benito Vives De Andréis, gobernador del Magdalena y Enrique González Guerrero, alcalde de Santa Marta, inauguran en 1940 la Exposición Agropecuaria del Magdalena Grande.


ALGUNAS OBRAS PÚUBLICAS DE DON PEPE VIVES DE ANDRÉIS

Carretera Santa Marta – Ciénaga, pavimentada hasta Gaira; Carretera Ciénaga – Sevilla – Fundación; Consolidación de la carretera Fundación – Salamina; Consolidación de la carretera El Banco – Chimichagua; Instituto de Fomento de Sevilla; Hotel Tayrona de Santa Marta ( hoy Palacio Tayrona); Hotel Tobiexi de Ciénaga ( hoy Infotec); Hospital San Rafael de Ciénaga; Terminación del hospital San Juan de Dios de Santa Marta; Hospital Antituberculoso de Santa Marta; Edificio del Hospital Infantil de Santa Marta, La Gota de Leche (hoy Centro Cultural del Magdalena La Gota de Leche) Instituto de Sanidad e Higiene; Asilo de Mendigos de Sana Marta; Casa de Corrección de Menores Santa Marta;  Fábrica de Licores del Magdalena; Parque Santander (hoy parque de Los Novios) Boulevard a la orilla del Mar (Avenida del Fundador); Santa Marta Avenida Campo Serrano; Puerto de Ciénaga;, Colonia de Vacaciones de Sierra Nevada; (El Campano); Internado de Pueblo Bello en Valledupar; Planta Energía Eléctrica de El Banco; Acueducto de Villanueva; Acueducto de Valledupar; Canalización de los Caños de Ciénaga; Municipalización de la Planta Eléctrica de Riohacha; Hospital de Tamalameque; Altar de la Patria en Santa Pedro Alejandrino; Pavimentación y Alcantarillado de Santa Marta; Vivienda para los Obreros del Barrio Cundí; Se adquirió el terreno para la construcción del Estadio Eduardo Santos y se dio inicio a la obra, Escuela de Ciénaga; Escuela Santander de Santa Marta. Mercado Público de Santa Marta entre otras. 

Acueducto moderno de Santa Marta en el cerro de Mamatoco, cuando fue inaugurado por el Presidente de la República, Dr. Eduardo Santos Montejo, y su señora Lorencita Villegas de Santos administración Vives De Andréis.
Trabajos de alcantarillado para Santa Marta obra realizada por Pepe Vives
Punta de Betín
Asilo de Santa Marta
Asilo de Santa Marta
Hotel Tayrona. este comenzó a construirse c uando ocupé la Alcaldía Mayor de Santa Marta y lo terminamos cuando desempeñé la Gobernación del Magdalena
Hotel Tayrona. este comenzó a construirse c uando ocupé la Alcaldía Mayor de Santa Marta y lo terminamos cuando desempeñé la Gobernación del Magdalena
Villa Olímpica ‘Simón Bolívar’ Inicialmente para realizar los VI Juegos Olimpicos Nacionales 1950, sino dotar a Santa Marta, de un sitio en donde pudieran celebrarse todos los deportes.
Villa Olímpica ‘Simón Bolívar’ Inicialmente para realizar los VI Juegos Olimpicos Nacionales 1950, sino dotar a Santa Marta, de un sitio en donde pudieran celebrarse todos los deportes.
Segundo tramo de la Policía Nacional en la Avenida Santa Rita, construido por el gobernador Vives De Andréis
Segundo tramo de la Policía Nacional en la Avenida Santa Rita, construido por el gobernador Vives De Andréis


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