¡BUENA ESA!: Yurani Restrepo Correa pasó muchos años en el ‘mundo’ de las drogas y el alcoholismo que la llevó a perder a tres de sus cuatro hijos; Fernando Díaz Vargas fue drogadicto y habitante en condición de calle. Casados hace dos semanas, hoy están rehabilitados y manejan una Fundación en la que luchan para ayudar en medio de adversidades a 30 personas que viven la penosa situación que ellos padecieron, a espaldas de la sociedad. La fundación cristiana ‘Rescatados por su sangre’ funciona en medio de muchas dificultades; piden ayuda de la comunidad para seguir adelante.
Buscando una de esas historias que abundan en todas partes, que están a la vista de todos y que se vuelven evidentes cuando Dios señala el camino, llegamos a una muy conmovedora, digna de resaltar por el deseo de superación y espíritu para salir adelante de sus protagonistas. Fernando Díaz Vargas, quien fue conocido en el bajo mundo como ‘El Muelas’, y Yurani Restrepo Correa.
Esta pareja, cruce entre una paisa y un santadereano, que se puede traducir en ‘pujanza’, logró salir de las calles a las que llegaron sumidos en el problema del alcoholismo, la drogadicción e indigencia, en ellos que vivieron por más de 10 años, hasta tocar fondo.
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Casados hace poco más de 15 días, hoy rehabilitados a través de la fundación ‘Rescatados por su sangre’, con sede en el barrio 20 de Julio de Santa Marta, luchan contra las adversidades para ayudar a 30 personas que viven el drama que padecieron, y que los llevó a perder a sus familias a las que esperan recuperar prontamente.
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De la amistad al amor
La historia de amor entre Fernando y Yurani se inició en la fundación ‘Rescatados por su sangre’, en Medellín a donde llegaron de manera coincidencial y voluntaria, como si el destino los tuviera, el uno para el otro.
Solo unos escalones, entre el segundo y tercer piso los separaban de lo que llamaron ‘amor a primera vista’; cada vez que podían, no perdían la oportunidad para hablar, conocerse, y hacer amistad, hasta que el día que menos pensaron, llegó el anhelado primer beso que años después los llevó al altar.
Desde entonces emprendieron el camino de recuperar a sus familias, y el de ayudar a regenerar a todos los habitantes en condición de calle que podían.
“Yo desde que vi a Fernando dije que ese iba a ser mi esposo, por su manera de ser, de querer salir adelante y de comportarse pese a su problema de adicción a las drogas. Recuerdo que una compañera en la Fundación una vez se metió con él y lo trató de manera grosera, y yo desde ese día marqué mi territorio. Me tomé la pelea para mí, lo defendí y le dije que lo dejara tranquilo que era mi esposo sin serlo”, dijo Yurani, quien argumentó, además, ser muy feliz y catalogarse como una afortunada y nueva persona, apoyada por un gran hombre.
Por su parte, Fernando quien es presidente de la fundación, no ahorró elogios para describir y calificar de la mejor manera a su esposa Yurani, de quien aseguró, es el complemento de su vida. “Yurani es una mujer amorosa, además amiga, y con quien emprendí el camino muy importante y con la que voy a estar hasta que Dios me lo permita”.
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Buena esa
Esta pareja junto con un grupo de colaboradores ha emprendido la difícil tarea de apoyar en la recuperación de 30 hombres, para lo cual, a diario libran una lucha titánica para lograr el sustento de estas personas que llegaron a la Fundación con el deseo de dejar atrás los malos hábitos.
Para salir adelante, entre el grupo que permanece unido, se dedican a la venta de dulces, galletas y bolas, entre otros, para obtener recursos que les permitan el pago del arriendo y lo poco que les queda, para tener los alimentos además de elementos de aseo.
“Afortunadamente todos los días salimos y buscamos a la gente de buen corazón en el mercado, y muchas nos ayudan con frutas, verduras y otros alimentos que luego en la fundación seleccionamos y organizamos”, dijo el director Díaz.
En un recorrido por la sede, de la que la fachada dice una cosa, pero su interior otra, evidenciamos que son precarias las condiciones por lo que, Fernando clamó a la comunidad samaria para que los mire con buenos ojos, y los ayude a mejorar la cocina que ya no sirve, por lo que les tocó improvisar con fogón de leña en el segundo piso, motivo de reclamos por parte de algunos vecinos. El único baño para el uso de todos en el que está reglamentado solo 5 minutos para cada uno, está en condiciones precarias; a las habitaciones le faltan camas y obviamente colchones o colchonetas. Así mismo además piden que se les ayude en la consecución de sillas, y adecuación del salón que improvisan como sitio de oración.