El escritor está dedicado a la labor intelectual de producir material escrito que trazan reflexiones sobre la humanidad, su pasado y su devenir.
“La edad del universo”
Me dices que estoy muy joven para dedicarme a esto. Que fácil te dejas llevar por las apariencias.
Yo ya era viejo cuando Eneas huyó de Troya, sufrí hipotermia cruzando los Alpes al mando de Aníbal.
Cuando la tierra aún no tenía oxígeno, yo nadaba con mis hermanas anaeróbicas (las vi morir una por una).
Antes fui estrella y fui supernova. 13.800 millones de años con la incertidumbre rigiendo mis átomos. La terrible memoria de la inmensidad guardada en mis células.
Esta, mi forma humana, que desgracia, me hace sensible a cada fenómeno del universo, sufro todos los dolores del presente y del pasado.
Me han quemado, crucificado, cercenado, degollado, desmembrado, humillado… me han condenado al hambre y la sed eterna. Soy el receptáculo de todos los sufrimientos; también de todos los placeres, los contengo y me contienen, nado en un océano compuesto por los tres, somos inseparables.
No le temo al fuego ni a lo que llamas muerte, porque soy indestructible, solo me transformo.
Que no te engañen los budistas ni los pitagóricos, no hay reencarnación ni transmigración de las almas, lo que hay es una infinita sucesión de dolores que se multiplican, una imparable y agónica fragmentación de la materia.
Te quieren distraer vendiéndote un Nirvana, especulaciones metafísicas o productos antiarrugas.
Yo, en cambio, no te traigo ninguna esperanza, no cargo cura alguna en mis bolsillos.
