Barbarie, ignorancia, estupidez

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Increíble pero cierto, la estupidez del hombre del siglo XXI alcanza niveles exorbitantes. Ayer Pakistán y Australia, hoy Colombia, mañana cualquier rincón del planeta. Nuestra sociedad infortunadamente, vive la locura extrema.

Nos valemos de la absurda religiosidad, la política, la economía, la cultura, el deporte, la raza, las clases sociales, el pensamiento deformado de la realidad, el odio que se profesa en contra del capitalismo o el socialismo, y de mil cosas más para asesinar y esclavizar a todo aquel que no comparte las opiniones enfermas que del mundo tenemos.

Aunque estemos en la fase de exploración de otras galaxias, y haya transcurrido mucho tiempo desde el inicio de la civilización, hoy somos más ignorantes que hace seis mil años. En vez de ir hacia adelante, retrocedemos neciamente hacia la autodes-trucción obsesiva.

Seguramente dirán algunos: así como sucede con las comunidades modernas, los pueblos de la antigüedad asesinaron y esclavizaron a sus semejantes, y a pesar de ello, todo siguió como si nada.

Puede ser cierto, pero es justo decir en su defensa, que pese a la barbarie desencadenada durante siglos, los antiguos desconocían el poder de la ciencia y la tecnología, y por eso se aferraron a falsas creencias, mitos, y pensamientos insensatos que afectaron su sano razonamiento.

No crean que esté tratando de justificar la violencia irracional del pasado. Nada de eso. Para mí esas actuaciones no merecen ser justificadas, por el contrario, si vivieran en estos días pediría para ellos el máximo castigo.

Ahora, después de apreciar los hechos que rodean el ataque perpetrado por un grupo de desquiciados al interior de una comunidad estudiantil en Peshawar, es necesario preguntarnos si estamos haciendo lo suficiente para asegurar la supervivencia del género humano. Pienso que no.

El asesinato de ciento treinta y nueve infantes en una escuela de Pakistán no tiene perdón. Como tampoco, las acciones alevosas de los narcoterroristas colombianos, o la de los fanáticos del fútbol que tiñen con sangre, las camisetas de los equipos rivales.

Incuestionablemente el mundo sigue sumido en el horror y la estupidez del hombre alcanza niveles criminales.

A cualquier loco se le hace fácil atentar en contra de los demás es-cudándose en el nombre de deidades deformes, religiones mezquinas, en la supuesta causa de movimientos revolucionarios, o en asuntos de carácter deportivo.

Además, la ambición desmedida que demuestran algunos líderes mundiales como Putin, tienen a este planeta al borde de la destrucción.

Estos señores amenazan frecuentemente a sus vecinos con desatar guerras nucleares, porque según ellos, existe un complot internacional orquestado para quebrar a sus países, o para enfermarlos de cáncer.

No haré más comentarios al respecto, porque no quiero despertar el celo de los hermanos colombianos que apoyan semejante atrocidad. Están tan metidos en el cuento de la revolución y otro montón de estupideces, que no han percibido que se convirtieron en títeres de los criminales.

Todavía estamos a tiempo de dejar atrás la furia que destruye a la humanidad, y de percatarnos que el apasionamiento sin sentido, del tipo que sea, está a punto de acabar con el planeta.

¿Qué desea usted, vida o destrucción?
Si dijo vida, aleje entonces la locura de su pensamiento y trabaje para construir un mundo mejor, porque en sus manos se encuentra el futuro de las nuevas generaciones.

Y ya es hora de desenmascarar a los maniáticos que buscan mal para la especie humana.