Hasta cuándo tanta barrabasada

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Debido a que fue necesario tratar antes unos temas de actualidad (la calidad de la educación en el Magdalena), las dos últimas semanas, me abstuve de realizar algún comentario respecto de las necias declaraciones dadas a los medios locales por el Presidente de la República y el ilustrísimo alcalde de Santa Marta, los días 23 y 26 de noviembre.

En ellas, y sin el menor asomo de vergüenza, nuestros queridos gobernantes se atrevieron a asegurar lo siguiente: "Mi gobierno bajó el índice de pobreza de los samarios" y, "Santa Marta tiene los mejores índices de seguridad de los últimos nueve años". ¡Qué barbaridad! Con estos, ni a la esquina.

No sé qué tipo de autores de ficción leen estos señores. Digo esto, en vez de utilizar una frase popular que me haría sonar como grosero y ofensivo, aunque la verdad me gustaría plasmarla en este artículo. Tampoco sé qué es lo que realmente piensan de la vida, y especialmente del pueblo samario y el Magdalena en general.

Como estamos penúltimos en calidad de la educación, lo más probable es que crean que somos ignorantes o que nos pueden comprar con espejitos y baratijas, como lo hicieron los españoles hace más de quinientos años. Bueno, esto último lo siguen haciendo aunque la mayoría no se da cuenta de la situación.

Hoy los sinvergüenzas que creen que somos ignorantes nos compran con licor, parrandas y discursos sin sentido. Al final la culpa de que este tipo de personajes piense de esa forma, la tenemos nosotros mismos. Con cualquier fiesta de tercera, aguardiente gratis y falsas promesas nos callan la boca cada vez que quieren.

Según el presidente Santos, el índice de pobreza en Santa Marta pasó del 40,2 al 33,8 por ciento, y la pobreza extrema del 8,5 al 6,5 por ciento. Tengo que aceptar que esas cifras se perciben interesantes, pero, ¿de dónde carajos las sacaron? La realidad que se aprecia es muy diferente. En nuestra querida ciudad no hay progreso, reducción de la pobreza y mucho menos justicia social.

El supuesto incremento de la cobertura de subsidios para adultos mayores, dice el Presidente de los colombianos, trae como resultado una disminución del índice de pobreza. Qué gracia me causa ese chiste, como si una persona pudiese sostenerse con cien o ciento cincuenta mil pesos cada dos meses.

Espero que eso sea lo que reciba como pensión el señor Santos cuando deje el gobierno, si es que no hace que los alcaldes y gobernadores cegados por el poder, y los gobiernos corruptos del Alba, lo mantengan en el palacio de Nariño de por vida.

En cuestiones de vivienda miren lo que sucede. Los samarios no tenemos con qué comprar una de esas casitas tipo fósforo que construyen las urbanizadoras por valor de doscientos millones de pesos. La mayoría, han sido adquiridas por gente de otras regiones del país para arrendar a los nativos a un alto precio.

Mejor ni hablar de las cuatro mil viviendas gratis que se construyeron en la vía a Minca. Quizá algunas familias debieron hacer campaña a los corruptos que gobiernan para que pudiesen ser beneficiados en ese proyecto. ¿Usted cree que eso es justicia social? En Colombia señor Presidente, los pobres tienen que vender el alma al diablo para tener mejores perspectivas de vida para la familia.

Y si de seguridad se trata, las cosas son aún más delicadas. Aunque en comediantes de la noche, un señor que se hace el chistoso con sus gobernados haya asegurado que la criminalidad ha descendido grandemente en Santa Marta, todo es diferente. En nuestra ciudad la delincuencia hace de las suyas a cualquier hora del día.

Todavía no sé cuál es la Santa Marta de la que habla el señor comediante. De la colombiana, o la Tormes que está ubicada en la provincia de Salamanca, España. Seguramente debe ser la de Castilla y León, porque la del Magdalena ocupa la posición treinta y dos entre las ciudades más peligrosas del mundo.

Al parecer los expertos en maquillaje de los concursos de belleza en Colombia tomaron cursos intensivos de investigación y estadística, y luego los nombraron funcionarios del Dane o analistas judiciales. Para mí no existe otro tipo de explicación para semejante barrabasada, a menos que sigan pensando que somos ignorantes.

Más respeto señores, porque no es justo que se burlen del pueblo de esa forma. Ese cuento nadie se los cree.