Ojo con nuestra ciudad de Santa Marta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Inexplicablemente una recóndita desigualdad social muy profunda ha penetrado en el corazón de Santa Marta en los últimos tiempos; la situación es tal, que en nuestra ciudad se advierten por todas partes unas dramáticas expresiones; Existe Pobreza absoluta. Niños y jóvenes trabajando 8 y 12 horas diarias. Se ha incrementado notablemente el analfabetismo. La ciudad se llenó de un sin número de desplazados de la guerra. La indigencia se evidencia en cada calle y carrera de la ciudad. Los indicadores por la falta de trabajo sobrepasaron los límites de la esperanza en los ciudadanos y son inalcanzables. La miseria y la infelicidad deambula en las distintas comunas, barrios y en el Centro Histórico de nuestra ciudad. Los asesinatos ocurren todos los días por cualquier parte de la ciudad. El secuestro y la extorsión se han convertido en una bolsa de empleo, que a diario denuncian los comerciantes. La guerra, el terrorismo, las amenazas, el narcotráfico, continúan.
La cotidianidad de la delincuencia común se refleja en los calabozos de las autoridades. La presunción de corrupción e impunidad se apoderaron de la ciudad. El alto costo de la vida, se refleja en la cara de las personas y padres de familia. Existe falta de calidad en la educación tanto en escuelas, colegios, como en determinadas universidades. La inexactitud en la cobertura y atención a la salud y a la educación es notoria. Los altos costos de los servicios públicos (agua-luz) son innegables e iguales en los transportes, en la gasolina, en la canasta familiar, en la telefonía. Todavía existen secuelas y pronunciados rasgos del paramilitarismo operante muy bien disimulado. Paulatinamente el paramilitarismo, pero camuflado está volviendo a la ciudad y al Magdalena. El tráfico de influencias cada vez es más escandaloso y vergonzoso. Del nepotismo ni de que hablar, en fin quien sabe cuantas indisposiciones mas continúan azotando diariamente a esta ciudad donde murió Simón Bolívar.
Es indudable que estos males que deambulan por nuestras comunas, barrios y el Centro Histórico han generado un circuito vicioso que sólo puede ser superado a través de una buena acción estatal por un lado y por el otro, de la responsabilidad social de cada uno de nuestros ciudadanos como citadinos. En Santa Marta muy a pesar del actual proceso de recuperación económica y social que si empuja el gobierno nacional en otras regiones, en nuestra ciudad siguen existiendo datos e informaciones muy graves que nos dejan boquiabiertos, pensando que aquí en nuestra tierra siguen y están sucediendo estas terribles situaciones. Por ejemplo, hoy en día existen en la ciudad más de 5 mil niños entre 7 y 14 años, que tienen que trabajar o mendigar para subsistir, pese a que los años de la infancia son los más importantes y determinantes en la formación de cada persona. Incidente por demás degenerativo de los derechos constitucionales.
Creo que todos los samarios estamos obligados a trabajar y cooperar para la superación de esta dramática situación. Debemos contribuir en la preparación y formación de ciudadanos mucho más comprometidos y responsables del futuro de la ciudad de Santa Marta, sin embargo muchos de ellos, muy a pesar de los distintos motivos, ven proscritos sus derechos. El gobierno y la sociedad samaria deben terminantemente promover la educación, la participación cívica y la promoción de provechosas acciones inclinadas a lograr el bienestar integral y el desarrollo socioeconómico general de los samarios. Es importante tomar conciencia y convencernos de que no hay dignidad humana posible sin el acceso a la educación. Es quizá, de todos los derechos, el más abarcativo, pues no hay posibilidad de ejercer ningún otro derecho si no se tiene acceso a la formación de nuestros jóvenes y comprobados adultos.