El centralismo y el regionalismo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Los magdalenenses debemos pensar con exigente prontitud en cuales deben ser, o que mecanismos compensatorios de la seguridad pública podrían ser los necesarios para imponer o

implementar unas políticas capaces de prevenir los feroces desajustes existentes a la seguridad ciudadana. En Colombia las teorías del Regionalismo y asumidas hoy en día de manera inconclusa, no están actuando en condiciones suficientes para garantizar los valores básicos de libertad, justicia y seguridad, en concurrencia con el Gobierno Nacional.
En el Regionalismo inconcluso, podemos encontrar sin dudas, quizás, el punto de partida de la mayoría de las tensiones que vive nuestra Nación y que acompañan siempre al Regionalismo. La supremacía de las autoridades nacionales sobre los intentos regionalistas está plagada de muchas turbulencias, malformaciones y repetidos abusos.
La relación Gobierno Nacional y Regionalización, (centralismo-regionalismo) aún no está lo suficientemente resuelta del todo. No más es observar los acontecimientos, proyecto, peticiones, informaciones y discusiones que vienen ocurriendo en cada una de la Regiones de nuestra diversidad regional y especialmente siendo Colombia un país de convenientes y útiles regiones, en el marcado centralismo todos los colombianos nos damos perfecta cuenta del excepcional trámite y dependencia tanto de las decisiones como de los recursos provenientes del sector central de la Nación.
El Gobierno nos ha demostrado hasta ahora, que estamos practicando un Regionalismo Cooperativo aparentemente conveniente y no un Regionalismo de plena autonomía porque siempre dependemos de las decisiones del sector Central del Gobierno Nacional. De manera que los atrasos en los programas y gestiones para el buen desarrollo de las Regiones colombianas, obedece en gran medida, a la tardanza y demoras injustificadas en las que llegan a las regiones los recursos económicos provenientes del Gobierno Nacional. Promoviendo injustificadamente conflictos de intereses que son las evidentes causas de las regulares e injustas circunstancias económicas para un buen desarrollo.
En la mayoría de las Regiones de nuestro país existen muchos trastornos sociales y económicos de todo orden y en donde las alarmas están sonando todos los días desde hace más de cien años, producto de las relaciones incompletas o aun no resueltas constitucionalmente entre el gobierno nacional y las Regiones o entes territoriales. No quiere decir esto, que los variados conflictos existentes en el país son consecuencia de las malas administraciones.
Por el contrario, en la Región Caribe a pesar del comprobado provincialismo incompleto imperante, ha habido excelentes y buenas administraciones; que aun cuando se han ejercido positivos avances alcanzados y con aceptables niveles de honestidad por una parte, también por la otra parte estos estilos o modelos lamentablemente han promovido una inseguridad en las libertades y en la justicia.
Durante muchos siglos en Colombia hemos utilizado un sistema democrático recurrente, protegido por los partidos tradicionales dominantes en el orden nacional, quienes han interactuado periódicamente en alternancia; pero que en el cuadrante de las Regiones, se convirtieron en la esclerosis de un existente caudillismo irregular y prolongado o extendido con tradicionales variantes nepotistas.
Encadenadas pesadumbres cuyos resultados han promovido creciente inseguridad en todo sentido y a tales extremos que en las Regiones están fuera o se escapan estas irregulares estrategias de la inseguridad de los límites de un eficaz control. Por más pretensiones renovadoras que aspiremos realizar, este Regionalismo de creciente inseguridad puede convertirse mañana en Colombia en el Waterloo de entonces, y también de cualquier Gobierno.
En la actualidad a pesar de los inminentes trabajos y avances del actual gobierno por la paz, igualmente de la excelente postura de la Fuerza Pública contra los terroristas y guerrilleros, a pesar de estos magníficos esfuerzos en muchísimos casos delincuenciales al interior de las ciudades, no responden oportunamente como debe ser; los asesinatos que ocurren a diario, los atentados, atracos, asaltos, secuestros y la corrupción, se identifican como un difícil juego que ha sido hasta ahora, incomprensible de contener, convirtiéndose en un evidente ejemplo de Regiones de creciente inseguridad.