Opio del ilícito: el poder

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Escrito por:

Eliecer Avendaño Restrepo

Eliecer Avendaño Restrepo

Columna: Nueva Misión y Visión

e-mail: eliecerjoavre@hotmail.com



Parece que el poder es único y central, es absoluto y reinante, es contundente y primario, su estructura es incólume y uniforme, es creador y poseedor de la voluntad de todos, se reconoce a sí mismo y necesita que sea aceptado por todos, de lo contrario quien tenga criterios diferentes es su enemigo al cual hay que destruir. Lo peor de todos es que el poder nace, se cría, crece, se desarrolla y ejerce sus acciones, sostenido por la gente que lo elige y lo alimenta para que continúe su mandato. Un mal o bien gobierno es responsabilidad de los ciudadanos, pero de todos, los cuales se convierten en votantes por candidatos, votantes en blanco y abstencionistas, quienes al parecer no comprenden que el bienestar de la comunidad depende de su poder de elegir, hecho que se ha tratado de esconder, darle poca importancia y tratar que la mayoría de cedulados crean lo contrario, de que dependen de los políticos, quienes crean su nicho de adeptos que se le arrodillan para poder obtener algún favor y ellos se enriquecen y se apoderan de riquezas, que aumentan cada nueva elección.
El problema es uno solo, que el poder sea destructivo y represivo ideológicamente, a fin de evitar cualquier oposición para apoderarse él y sus áulicos de los bienes del Estado, en ese caso los ciudadanos que lo sostienen son los únicos culpables de que se derrumbe la nacionalidad, la identidad y la moral de un pueblo que frente a los medios de producción están ubicados en el último peldaño y ellos, utilizan unos mecanismos que son contrarios al orden constitucional, porque el poder al mando los tolera para que continúen sosteniendo un Estado que está lejos de los principios que deben regir para evitar y condenar la corrupción, porque a mas de votos aportan dineros para financiar las campañas electorales, a través de las nuevas bandas de contratación.
Viéndolo de esta manera y teniendo en cuenta la tendencia del colombiano hacia la vida fácil y divertida, con menos esfuerzo pero con grandes ganancias, genera dos corrientes políticas que al final son las mismas. Una que está convencida que un gobierno fuerte que solo haga su voluntad y que suplante los demás poderes en forma dictatorial, aparentando una democracia segura, porque las decisiones son keynesianas, verticales y una parte del pueblo acompañada por grupos de presión por lo general fuera de la Ley, aplauden estas posiciones heroicas según ellos calificándolas como necesarias para ordenar la sociedad y retornarla a una moral tradicional dentro de una concepción conservadora de que los estratos no se pueden tocar o juntar porque se corrompe la sociedad.
La otra tenencia está convencida que decisiones absolutas son incorrectas y no hacen parte de una democracia y para sostenerse necesita cortesanos de todas las clases, sobre todos que si el gobierno está fuera de la ley, quienes también lo estén son aceptados, comenzando una masa de apoyo que es delirante porque promocionan y publicitan al poder, donde están cómodos ejerciendo sus actividades.
Estos antecedentes han dado como resultados que en el país existan grandes conglomerados que apoyan tesis fuera de la paz, con el objeto de continuar con situaciones de desplazamiento y exterminio para que las cifras le den resultado de gobierno positivo y poder otorgar títulos a terratenientes de baldíos, con la tesis que solo ellos pueden hacer que esos predios produzcan, siendo que con un pequeño cultivo toman posesión de grandes extensiones de tierra y sostienen su titularidad para luego negociar su propiedad, con otros terratenientes por lo general extranjeros.
Nuestro pueblo entrega el mandato gubernativo a personas que conoce que están cuestionadas por la justicia, algunos han sido agredidos provincialmente en su región, mas sin embargo votan por él, con la certeza que no es el indicado y que su permanencia va a transcurrir de manera desastrosa como mandatario elegido.
La gran mayoría está convencida que el Estado, el Gobierno y la República, son solo identidades lejanas y que no tienen ninguna injerencia en ellas, solo la Patria y el País reconocen y ha sido por parte de los deportes y principalmente el fútbol, que sienten que pertenecen a ellas; la Nación es otra cosa, que es solo un nombre a repetir cuando queremos identificar donde nacimos.
Si nos detenemos a observar las acciones de corrupción en todos los niveles y la cantidad de delincuentes detenidos en las cárceles y la gran mayoría que pululan por la calle, a mas de la calidad de los métodos y el ingenio del colombiano para cometer delitos y hacerlos aparecer como legales, sinceramente podemos concluir que ellos son mas que las personas decentes y honestas en esta Nación, pero lo mas grave de todo es que la situación actual es efecto de muchas causas creadas desde los estrados del gobierno y el Estado y por eso algunos mandatarios o grupos políticos aspirantes a la Presidencia, desean continuar porque se sienten cómodos en tener un contendor que aterrorice a la ciudadanía para que ellos se conviertan en necesario para mantener un orden y una seguridad aparente que los sostenga en el poder.
Todo está calculado, los actores en escena, el titiritero mayor manejando los hilos, la confrontación en las calles, la seguridad deteriorada, la ciudadanía, culpando a la Policía, los medios de comunicación narrando las acciones delictivas y ninguno midiendo las causas de por qué el colombiano tiene mentalidad delictiva y menos haciendo un plan que promocione el cumplimiento obligatorio de las leyes por todos sin ninguna diferencia de género, riquezas o clase social.