Tola Santos y Maruja Samper

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



Dios los crea y ellos se juntan, reza el certero adagio. Y para muestra dos botones: Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, par de 'prohombres' que han llenado de ignominia la presidencia de la República.
Samper al parecer perdió la memoria. Eso es lo que indican sus constantes apariciones para dictaminar acerca de lo que es bueno y lo que es malo para la vida de la Nación. Pero el problema es otro: los colombianos no olvidamos sus andanzas para llegar a la presidencia, sus graves pecados que ahí quedan indelebles para la eterna memoria.
¿Quién no recuerda la campaña samperista bañada en dineros criminales del narcotráfico? ¿Quién no recuerda que hizo del erario panochas para cooptar representantes y comprar una preclusión a todas luces ilegal? Acerca de su inocencia ni Samper mismo lo creerá.
Miren que hasta los honorarios del abogado Nieto Roa fueron pagados con dineros públicos, encimándole la embajada en la India para su hermana Nohemí. Por primera vez se insertó en el presupuesto un artículo que permitió hacerlo. Todo aquello fue una orgía de complicidades y dinero: la campaña, la defensa, la preclusión del implicado.
Siguiendo la frase del cardenal Rubiano, era imposible no ver en la sala tamaño elefante de carne, hueso y largos colmillos, como sí lo vimos una minoría de representantes, la opinión pública y el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica que el primero de julio de 1996 le retiro la visa a Samper para entrar a ese país, no quedándole más alternativas para volver allí que una extradición o los coyotes.
Desde entonces Colombia vivió una relativa calma en la elección de los presidentes, hasta llegar a la presente campaña incursa otra vez en maldad y sospechas de presencia de dineros calientes, por virtud de los doce millones de dólares entregados por narcotraficante de nombre, apellido y alias a íntimos asesores del doctor Santos, so pretexto de facilitar una negociación de entrega a la justicia.
Se ha dicho que de esos dineros algo importante pudo haber ido a parar a la campaña reeleccionista que, desde luego, no debe constar en contabilidad ninguna. Pero cuando el río suena piedras lleva o a unos músicos ahogados.
Para tapar la repugnancia en pasta infiltran la campaña opositora del Centro Democrático con un antiguo empleado de la firma asesora de J. J. Rendón, un personaje venezolano que vendía servicios de torticeras prácticas de relaciones públicas, asesoría de imagen y estrategia electoral, para a través del infiltrado orquestar una insignificante algarabía que les permitiera pasar la hoja de los doce millones de dólares. Contra eso no hay Fiscal General que valga. ¡Se les fue el tiro por la culata!
Dios, que es misericordioso, de pronto tenga previsto que la segunda vuelta presidencial se dé entre Marta Lucía Ramírez y Óscar Iván Zuluaga, ciudadanos intachables y capaces.
Tiro al aire: como Tola y Maruja, Santos y Samper andan de gancho por los zocos de Rabat gumía en mano y no por los altares de la Patria. ¡Buena pareja!



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