El tarjetón panini

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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



Acabo de llegar de la Avenida Campo Serrano en el Centro de Santa Marta. Estaba comprando laminitas para el álbum de Panini que intenta llenar mi hijo; compré cuatro sobres y también a Iker Casillas "menudiao".
Hoy en Colombia hay dos tarjetones que acaparan la atención de muchos: El tarjetón electoral presidencial y el álbum del Mundial de Fútbol que se puede asimilar a un tarjetón porque tiene casillas con personajes.
Y pese a mi espíritu democrático, pese a ser un convencido de que hay que votar por algún color (no el blanco) así hasta ahora los candidatos no me despierten el entusiasmo de otras elecciones, pese a ello, me gusta más el tarjetón de panini.
Es que es más entretenido. Tiene muchas más casillas, más personajes que incluso hacen goles, benditos goles, más colores yes relajado. Además, a nadie extrañe que "el país más feliz del mundo" prefiera el ameno tarjetón panini al aburrido tarjetón electoral, que prefiera el Mundial de Fútbol a unas elecciones nacionales. Ambos certámenes coincidirán y, no sé, pero tengo el presentimiento de que el primer evento mundial llenará más estadios que el segundo evento nacional.
En fin, me concentraré en la competencia feliz de los goles y en su álbum, y no en la política. La política necesaria, sí, pase lo que pase con ella, pero no solo de política vive el hombre así la política viva del hambre tantas veces.
En mi caso, desde niño siempre me atrajeron los álbumes. Lo más determinante para ese gusto no era tanto la temática en sí, sino algo más simple: ese suspenso, ese sentimiento de esperanza, esa como palpitación de sorpresa pronta, esa emoción ante la inminencia de conocer cuáles laminitas (caramelos o monas) me saldrían en el sobre cerrado. Ya el después no importaba aunque todas me salieran repetidas. Era solo ese preludio cuya sensación quedó por ahí guardada en ese baulito del cerebro donde también atesoramos estrellas fugaces, besos y atardeceres.
De todas maneras, también había satisfacción cuando a uno le salía una lámina considerada escasa, más significativa que otras o llenadora de página. También cosas fatuas pero felices y qué.
Sí. Cosas sencillas, "aquellas mis pequeñas cosas" de la vida que muchos tildan de vanas e inútiles, pero que nos dan breves y raudas satisfacciones quizás perecederas y que no cambian el mundo pero nos lo hacen más llevadero. Tenemos derecho a ser ligeros, ilusos e infantiles, ¡eh! (todavía espero con ansias que mi hijo abra los sobres).
Y tampoco es que las temáticas de los álbumes no me interesaran; claro que me gustaban, unas más que otras, así como me encanta el Mundial de Fútbol y tantas cosas de la vida pese a mi precoz inclinación por los temas que llaman serios.
De hecho, aunque muchos los consideran una bobada y un gasto (lo segundo cierto) desde niño he aprendido mucho de varios álbumes. Recuerdo el álbum de "Conozca a Colombia" patrocinado por una multinacional de gasolina que luego fue reeditado con el título "De turismo por Colombia". Por ese álbum supe de decenas de lugares de mi país que luego y todavía sigo reconociendo. Esa "bobada" fue mi mejor profesor de geografía; estaba ordenado por departamentos y en sus paginas uno veía ríos, montañas, volcanes, ciudades, sitios históricos, en fin, ahí estaba mi Colombia en recuadros de buenas fotos.
Luego llegaron más álbumes. Recuerdo uno de artistas de cine y TV, en especial porque una vez frente a varios compañeros del colegio (tenia como siete años) abrí un paquetico y me salió El Santo -Roger Moore- y nunca supe de donde vino el zarpazo que me lo arrebató y me dejó sin El Santo y la limosna. También había álbumes de deportistas de Colombia: ¡esa emoción cuando a uno le salían Cochise o el Loco Omar Orestes Corbatta de mi Poderoso DIM! "Historia Pictórica de Colombia" fue otro álbum hermoso y de lujo, con láminas de pinturas históricas de las cuales aprendí mucho; hasta hace pocos años lo guardé.
Con mis hermanos el primero que hice de un Mundial de Fútbol fue el de Inglaterra 66, allí supe que había dos Coreas al igual que el nombre original de muchos países.
De todas maneras, sin duda, el eterno álbum de Jet sigue siendo el rey perpetuo de los álbumes colombianos: puede llevar reinando cuatro chocolateras generaciones.



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