Procura la unión cultural responsable

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



En Colombia secuestramos continuamente a la cultura, mediante observables manipulaciones en sus más variadas formas, desde las posiciones más inverosímiles, y por quienes ejercen y se

hallan presentes en las áreas más vitales ante el manejo de nuestro país. Son tradicionales circunstancias que en las últimas cinco décadas han retrasado contundentemente o deliberadamente han impedido la revalorización e integración cultural de nuestras regiones, aun a pesar de la gran diversidad territorial existente, condición sine qua nom para el desarrollo de nuestras ciudades y pueblos.
Esto nos induce a creer y suponer que por ser consustancial a la idiosincrasia de los colombianos esta gran falta de consciencia para identificar, valorar e integrar nuestras ricas identidades regionales, o más bien, estas negligencias obedecen a la deshonra histórica de anteponer intereses mezquinos, de dentro y también de afuera, al avance de nuestros pueblos y regiones. En nuestra particular opinión, no son la tecnología, ni el mercado, ni el consumismo, los motores principalísimos del desarrollo, como lo ha querido exigir nuestra tradicional historia reciente en Colombia.
Por el contrario, si han sido fundamentales y definitivos para el buen desarrollo, la educación y la cultura, sustentada o arraigadas en el humanismo colombiano, reconociendo al ser humano como el valor supremo de nuestra sociedad e imbuido en principios éticos y conocimientos útiles animados por el propósito en todos y cada uno de nuestros ciudadanos unas condiciones de vida digna, que favorezcan su propio perfeccionamiento ante la sociedad que habita. Indudablemente, es este quizás, el principal vinculo inteligente de patética racionalidad y espiritualidad en la evolución de la raza humana que no impone un modo de vida uniforme, ni excluye nuestra fascinante diversidad cultural inigualable.
Debemos todos fijarnos como objetivo primordial profundizar mucho más en nuestra integración política, económica, social y cultural de nuestras regiones, es necesario propiciar un mayor énfasis en lo nuestro, en la educación y defendamos nuestra pluralidad cultural, multiculturalidad e interculturalidad. Los colombianos debemos masivamente pronunciarnos regionalmente sobre los grandes temas y acontecimientos de nuestras agendas regionales y exhortar a una unión cultural responsable de lo nuestro. Ojalá logremos una gran oportunidad histórica para alcanzar mejores y mayores metas, no podemos detenernos o quedarnos en las vetustas declaraciones de las buenas intenciones, todos manos a la obra.
En las últimas décadas, Colombia ha venido aplazando irregularmente la unidad política cultural nacional, la integración económica y la regionalización comercial de lo propio, de lo nuestro. Igualmente podemos afirmar que en los últimos 250 años hemos tenido graves por no decir fatales consecuencias de todo orden y por los sucesivos descuidos y abandono protagonizados en el campo o las áreas de la cultura regional y nacional. Las conquistas foráneas, aún continúan, como igualmente las intervenciones siguen sucediendo en todos los ámbitos. No como en los tiempos de la colonización en donde llevaron a cabo antipáticos procesos de aculturación a cielo abierto; hoy por el contrario realizan procesos culturales de manera más o menos encubierta, aun cuando todos sabemos quiénes están detrás de cada uno de esos procesos de intervencionismo regional y nacional.
Procesos de asimetría económica producto de las buenas relaciones, pero con especial complicidad de los sectores públicos y privados quienes aprovechando las serias lagunas existentes en nuestra democracia y la vulnerabilidad de nuestra sociedad, distorsionan la verdad. Retrasan la justicia, escamotean la imagen de Colombia, de nuestros pueblos, fomentan la ignorancia y procuran convencernos todos los días, que son otros los que saben, pueden y deciden, quienes señalan los rumbos y dictan criterios y cátedras, aun por absurdas que sean o resulten a nuestras necesidades, circunstancias y potencialidades. Esta persistente manipulación mediática de nuestras realidades reduce a su mínima expresión las tradiciones y vocaciones de nuestros pueblos, pues intentan convertirnos en forasteros en nuestra propia nación.
Así se nos ha impuesto en todos estos años, una versión culturalmente empobrecida de nuestra genuina identidad cultural, circunstancias que indudablemente enajenan a la población colombiana y obstaculizan la urgente revaloración y actualización del patrimonio que nos pertenece y nos enriquece espiritualmente a los colombianos.