Más que sensibilidad social

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Escrito por:

Juan Galán Pachón

Juan Galán Pachón

Columna: Opinión

e-mail: prensa@juanmanuelgalan.com



La Constitución de 1991, establece que el Estado garantizará el ejercicio de los derechos de las personas sin distinción alguna. En este entramado, las mujeres como sujetos de derechos, reclaman ser protegidas tras la avalancha de abusos a las que diariamente se ven sometidas.

La simiente de la violencia que enfrentan muchas colombianas, encuentra su fundamento en la antropogia cultural de un esquema rígido, por medio del cual se explica un género como fuerte, macho, activo. Y otro género como débil, pasivo, receptor. Nuestras mujeres son violentadas en la calle, en los buses, en su trabajo y en sus relaciones interpersonales y de pareja.

En días pasados, una alarmante noticia estremecía la comunidad: "Miles de mujeres usuarias de transporte público son sometidas a manoseos, atracos, golpizas y vejaciones sexuales por parte de personal masculino desconocido".

¿Debe intervenir el Estado con una política que regule la alta incidencia de esta problemática? Se debe castigar a quien se sorprenda violentando a una mujer? Se deben establecer rutas de transporte femeninas y masculinas? O exige este problema plantearnos un cambio de paradigmas socio culturales?

Necesitamos una sociedad que repudie el acecho violento a las mujeres, unos hombres formados en el respeto por la dignidad y vida de una mujer. ¿El pretender separar a hombres de mujeres implicaría un concepto segregacionista? Deben las mujeres vestir de una determinada forma? Desplazarse en buses diferentes a los de los hombres? Son estas medidas suficientes para que nuestras mujeres sean protegidas como sujetos de especial protección constitucional? Se necesita una acción rápida que vincule a las autoridades de Policía, para hacer pública la información necesaria para saber a quién acudir y dónde denunciar?

Debemos brindar acompañamiento a mujeres que sospechen ser víctimas potenciales e invitar a la comunidad a solidarizarse con la mujer violentada.

Las transformaciones sociales requieren la intervención de dos o tres generaciones para implementar cambios. Es en las instituciones académicas donde se deben difundir y replantear cambios comporta-mentales de reacción.

Si bien existe una necesidad para sensibilizar a muchos, se requiere el compromiso respetuoso sobre los derechos femeninos vulnerados e históricamente violentados.



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