La rechiflocracia

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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



En las últimas semanas se está volviendo común en Colombia impedir que algunos candidatos divulguen sus ideas en la plaza pública y en los recintos valiéndose de rechiflas, pitos, gritos y todo tipo de ruidos, al igual que lanzándoles objetos como tomates, huevos y similares.

Quienes crean que eso es parte de la libre expresión democrática están muy equivocados. Me perdonan, pero eso es también violencia. La democracia verdadera se hace con ideas que deben ser comunicadas de alguna forma, sin importar quién las exprese ni su partido o movimiento.

Ahogar la expresión de las propuestas es una grave negación de la democracia, al igual que arrojar objetos contra los candidatos o sus seguidores. Son atropellos que se vuelven contra los mismos agresores porque pueden ser interpretados como temor y como ausencia de contrapropuestas o de candidatos antagónicos. Una rechifla no es ningún triunfo político, por el contrario, es una derrota para los saboteadores porque los exhibe sin argumentos ni ideas ni líderes.

Algunos creen que el despliegue que de esos abucheos hace la prensa es una especie de publicidad política gratis para mostrar desfavorabilidad de ciertos candidatos en beneficio de otros. Puede que algún resultado logren, pero una prensa responsable debe ser cauta con ese tipo de noticias y sus titulares, investigar y analizar el contexto de cada acto, averiguar qué tan masivas son esas rechiflas, su momento y tiempo de duración y cómo se desarrollan, porque no necesariamente son espontáneas ni duraderas y muchas veces, no siempre, son montajes y pequeños focos.

Obviamente me refiero al caso más común en los últimos días sucedido con el expresidente Uribe, candidato al Senado. Sin embargo, también ha pasado con otros, como en la convención conservadora donde con pitos y abucheos se impidió la palabra de dirigentes que, paradójicamente, se oponen a las pretensiones electorales del uribismo porque están con la reelección del presidente Santos. Igualmente, según algunos medios de prensa el senador Juan Lozano fue abucheado al final de su intervención en la convención del Partido de la U. Así pues que se trata de una práctica común a varios sectores políticos.

Algunos dirigentes achacan esos saboteos a las "bases", como si no supiéramos que en este país las famosas bases no actúan solas, y menos en las convenciones. Por otro lado, la "dignidad" ni legitimidad de ningún partido se recupera con patanerías.

No soy seguidor de la gran mayoría de las ideas del expresidente Uribe ni tampoco del señor Gerlein, ni soy conservador ni del Partido de la U, pero eso no me ha llevado ni me llevará jamás a irrespetarlos y a no escucharlos, sea cual fuere su pasado, sus errores y aciertos o mis diferencias ideológicas con ellos.

El libre examen, la elegancia y el respeto son necesarios en las campañas electorales como forma de ejercer una democracia eficaz en la cual los votantes tomen decisiones conscientes. Los insultos, los acallamientos, las afrentas, los epítetos sobre rasgos físicos, las calumnias y los rumores son síntoma de una democracia menguada, vacía y enferma que está cayendo muy bajo.

Impedir que un candidato se exprese -cualquiera que sea- es un acto que violenta los principios democráticos, y jamás puede justificarse porque sus seguidores lo hagan o lo hayan hecho con otros.

¿Falta de madurez? ¿Hemos retrocedido? ¿Intolerancia? ¿Temor? Lo que sea, pero de esa forma no habrá unas elecciones claras y se está generando un peligroso clima que puede pasar a mayores.

Dice la conocida frase que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, así que si en los caminos hacia la elección de sus gobernantes los pueblos se comportan de esa manera vulgar, irrespetuosa y violenta, tendrán ese tipo de gobernantes. Métodos y caminos equivocados conducen a fines equivocados.



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