Seguramente hay gato encerrado

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Los últimos días he venido siguiendo algunas notas periodísticas relacionadas con el tema del cargue de carbón en Ciénaga y Santa Marta. Y ante tanto apasionamiento, por demás justo, me pregunto: ¿Desde cuándo se despertó tal sentido de pertenencia con la ciudad que nos cautiva? ¿Es cierto que nos interesa lo que sucede con nuestra gente, o es simplemente un sucio juego con el que se busca favorecer los intereses económicos de algunos corruptos?

La verdad no sé, pero para mí debe estar sucediendo algo realmente oscuro que pretenden disfrazar con supuestas sanciones para el operador de la concesión.

Recuerdo que son ya más de 30 años conviviendo con el tema del polvillo oscuro que suelta el mineral. Y sin embargo sólo hasta hoy se inicia una polémica de tal proporción. Esto para mí realmente huele muy mal.

Si mi mente no me engaña, por allá en el año 1983, cuando estuve de visita en Puerto Zuñiga con mi clase cuarto año de bachillerato de la escuela Normal de Varones, ya se conocía acerca del daño ambiental que se generaba en el nicho marino y en las playas de la región por causa de la actividad minera. Si las cosas eran así, entonces ¿por qué en esa época no se adoptaron las medidas necesarias para garantizar la protección del medio ambiente?

Es posible que la locura que me persigue, o el desconocimiento de los asuntos que se relacionan con este tema me lleven a plantear ideas equivocadas como las que expreso. Pero también puede suceder que dentro de mi propia locura o ignorancia, esté hablando algo con sentido.

No sé, pero pienso que con esta situación está ocurriendo algo verdaderamente extraño.

No se aparta de mi cabeza que esto se relaciona directamente con los asuntos deshonestos que se tratan en la exótica tierra de Fidel. O quizá, es que los sobornos que se pagan a los dirigentes políticos de la región, a congresistas o a la corrupta justicia Colombiana ya no son tan jugosos como antaño.

Como ya acabaron con la gallina de los huevos de oro, ahora pretenden finalizar la obra macabra que han dispuesto, sin importar que cientos de personas queden sin empleo.

No importa que digan que hago parte de la nómina de las multinacionales, porque sé que no es así. La verdad, lo más cerca que estuve de estas empresas fue durante mi visita de estudio en 1983.

Pueden pensar lo que quieran, pero la verdad no le creo a un gobierno corrupto y a los apátridas que pretenden regalar nuestro amado país, su cultura, costumbres, riquezas y su gente, a un régimen tan escabroso como el que mantiene el protector de terroristas llamado Fidel.

Si al pueblo de Santa Marta pretenden engañar con semejante show mediático, les digo que las cosas no le están saliendo bien porque al final el mismo pueblo advertirá la clase de fraude que están fabricando.

La historia hablará por sí misma y mostrará la verdad del asunto. Quizá lo que buscan es apropiarse de la tierra samaria para vendérsela a los ricachones que construyen estaciones de gasolinas o uno que otro resort en los cerros de la ciudad. Se las canto, aquí hay gato encerrado. Eso no me lo quita nadie de la cabeza.



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