El 2013, después de tantos contratiempos y frustraciones, afortunadamente quedó en el pasado. Para los optimistas, aires de esperanza soplan para el 2014.
En tanto para los que miran el mundo con la lente tangible de la realidad que le domina, las cosas continuarán siendo lo que son: Felicidad para unos pocos y tristeza para la mayoría por causa del egoísmo que nos domina.
Aunque es cierto que mi pensamiento reclama lo mejor para todos los habitantes del planeta en 2014. También es cierto que los hechos que nos ha heredado la primera semana de enero no son tan halagadores como esperamos.
Las guerras fundamentalistas no se detienen, y el rigor de la religiosidad enfermiza ha llegado a límites extremos en países como Siria o Irak.
Y ni que decir en occidente, la política, la religión y el fanatismo han llegado a un punto sin retorno en el cual, sin lugar a dudas, el único damnificado ha sido y será el hombre.
¿Para qué religión o esperanza de una vida más allá de la realidad que nos rodea, sí esta vida únicamente ha servido para satisfacer caprichos locos y dañar a los demás? ¿Qué tipo de religiones oscuras y macabras profesamos, cuando encomendamos acciones viles a aquellos dioses que la misma religiosidad decadente nos ha llevado a crear? Incluso, los que viven maltratando sus rodillas hipócritamente y anuncian descaradamente su santa redención, son quienes más daño hacen a los hijos de Dios.
Continuamos compartiendo hoy la misma ignorancia corrupta que compartieron los pueblos de la antigüedad. Destruimos, esclavizamos y asesinamos en nombre de Dios a aquellos que no comparten las mismas ideas y filosofías corruptas de vida. ¿Cómo es posible que el fanatismo domine el corazón de los hombres de oriente o de occidente? ¿Cómo es posible que en Irak, Siria, Colombia o el resto del mundo, el hombre no pueda vivir pacíficamente con su contradictor político o religioso? Simplemente porque la política y la religión están al servicio de unos pocos.
La política y la religión han sido dadas al hombre para su provecho. Y no para que por su intermedio, el hombre esclavice al hombre. Están locos aquellos que piensan que estamos en esta tierra para ser subyugados por la acción corrupta de la política o la religiosidad. No señores, la política y la religión deben estar al servicio del hombre, y no el hombre al servicio de ellas.
Mientras no comprendamos que somos esclavos del pensamiento corrupto que nos domina, no podremos ser libres. Porque siempre existirá alguien que aprovechando la ignorancia que invade nuestro ser, trate de manipular nuestras creencias para sostener sus propias ideas mezquinas.
Las guerras asesinas que vemos en todo el mundo, son el resultado de la ambición por las riquezas, el poder y la gloria. O como las conocemos hoy día, son el resultado de los asuntos que se relacionan con la economía, la política y la religiosidad de las naciones.
El hombre que domina estos tres aspectos domina a sus semejantes. Por ello lo invito nuevamente a clarificar el pensamiento, porque detrás de toda supuesta buena intención, existe una mente corrupta capaz de engañar a los demás para lograr sus objetivos oscuros.
El día que nos liberemos de la manipulación de aquellos que ambicionan riquezas, poder y gloria, encontraremos la paz y la fortuna que tanto anhelamos. No permita que sigan jugando con su pensamiento.
Porque usted es más fuerte que la política corrupta o el fanatismo que impera en los asuntos de la religiosidad. No continuemos apoyando el juego de los que esclavizan y hieren a sus semejantes, porque realmente somos mejores que ellos. Quizá un voto en blanco nos haga libres, y por fin lleguemos a ser dueños de nuestro propio pensamiento como realmente debe ser.