¡Navidad 2013!

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



Es diciembre de 2013, no pensaba escribir un artículo más hasta enero. Por esta vecindad hace un frío que, sin hipérbole, cala los huesos. Resolví no salir y acampar aquí en mis cuarteles de invierno. Pienso en quienes no poseen cobija, ni abrigo o, a lo sumo, tienen por techo un puente, unos cartones o los tubos de las aguas servidas, cosa que no es para nada inusual en estas ciudades de tantísimos edificios y poquísimos albergues. ¡La inequidad que espeluzna!

Me olvido de los temas que suelo tratar. Mi mente está en otra parte, con aquellos que, del amanecer al anochecer, no encuentran nada que echarle a los estómagos, mientras que el mundo pudiente se sacia hasta el hartazgo, derrocha comida y lo que no, lo manda a la basura según lo recordó el Papa, nuestro hermano Francisco. ¡Y seguimos tan campantes!

Suelo recordar con precisión la sentencia del abate Pierre leída por allá en mi mocedad en "Los traperos de Emaús": "al hombre, para hablarle de lo que lleva adentro, hay que llenarle el estómago." Ni nosotros, ni nuestras Iglesias, ni nuestros Estados lo sabemos.

Para estas fechas resulta saludable inquietar las conciencias de quienes, por la misericordia de Dios, tenemos la barriga llena, el cuerpo cubierto, el corazón contento, familias para compartir, quien nos dé y a quienes dar. La vida nos trata a unos con inusitada largueza y a otros con crueles cortedades y afugias, tanta de aquella que no atinamos a avistar las carencias de todos esos prójimos que nos cruzan en el corto camino de la vida.

Bien podríamos vivir 100 años y serían pocos para todo lo que vanamente creemos que nos queda por realizar cuando, honradamente, lo único que queda pendiente es prodigar todo el bien que no hemos hecho, de aquí hasta el definitivo tránsito a la infinitud donde nada es pesado y todo es leve, salvo que no hayamos cumplido. Estamos en deuda y hay que saldarla porque allá en lo alto también hay una central de riesgos que registra todas las deudas y todas las moras.

En esta Navidad tendámosle la mano a cualquiera que la necesite, regalemos sonrisas, trato amable, abrazos, trozos de buen pan, buenas palabras, un te aprecio, un te quiero, un te amo y, por sobre todo, ahorremos lágrimas propias y ajenas y que si han de ser derramadas sean de felicidad y no por causa de oprobios o vituperios.

Inútil hacernos los locos. Todos participamos de la redención de todos a través de las pequeñas y grandes acciones de cada día y de todos los instantes. Evitar el daño, expandir el bien, sumar y multiplicar. Lo sé, fácil predicarlo, difícil practicarlo, pero alguien debiera decirlo y ahí lo dejo a la entera disposición de quien quiera recogerlo. 

¡Feliz Navidad!

Tiro al aire: los bienes materiales quedan para la rapacidad, las familias y los amigos quedan para el mejor recuerdo.



Más Noticias de esta sección