Los pros y contras del Chilean way

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ignacio Pareja Amador

Ignacio Pareja Amador

Columna: Reflector Mundial

e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx

Twitter: @Nacho_Amador 



En un ejercicio sencillo por establecer relaciones causales nos dimos cuenta de que existe una ecuación que puede derivar en el anhelo más buscado en la región latinoamericana: el desarrollo económico.

En este sentido y tomando como referencia distintos ejemplos internacionales, pudimos notar que elementos como la transparencia, la democracia, la rendición de cuentas (variables políticas), si se acompañan con un buen nivel de educación y salud (como demandas sociales), con un crecimientos económico sostenible y un comercio exterior diverso y competitivo nos dan como resultado una idea de lo que sería el "desarrollo generalizado" tan deseado por los latinoamericanos.

Uno de los pocos países que en América Latina alberga varios de los elementos de nuestra ecuación es la República de Chile, un Estado que ha regresado a los reflectores internacionales después del rescate de los 33 mineros de la mina de San José, mismo que le dio al presidente Piñera una nueva opción para el eslogan de la imagen del país en el exterior, "do it in the Chilean way" (hazlo a la chilena).

En este tenor la pregunta obligada es ¿cuál es el origen de este "Chilean way"? Los estudiosos del país sudamericano sostienen que lo que hoy nos muestra Chile como su mejor cara surgió a mediados de la década de los setenta, cuando se instauró por la fuerza de un golpe de Estado un modelo de desarrollo basado en los principios y fundamentos de la teoría neoliberal, que no era nada popular en ese entonces, pero que permitió a los Chicago Boys (de la mano de Milton Friedman) crear una estrategia impulsada desde el Estado, donde cabría una alianza con la iniciativa privada para hacer más competitivos a sus sectores productivos, para generar nuevos productos, para promover la estabilidad política, una variable indispensable para la atracción de capitales foráneos y así contribuir a la apertura de nuevos mercados.

Sin embargo, consideramos que los éxitos de Chile no sólo se reflejan en cuestión económica. Sabemos que en materia de corrupción y transparencia, pese a que tiene poco tiempo como un país democrático (desde 1990), de acuerdo con el Índice Percepción de Corrupción que realiza la Organización Transparencia Internacional, Chile se ubicó en 2010 en el lugar 21, por encima de países como Bélgica y Francia. Por cierto Colombia se ubicó en el lugar 78.

No obstante, no todos los aspectos del "Chilean way" son positivos. Por un lado están los efectos que tuvo, en un primer momento, la imposición de un nuevo modelo en la economía del país, donde hubo desestabilización y una transformación del sector productivo nacional. Mientras que, por otro lado, están las secuelas del modelo sobre la población, sobre todo durante los primeros años de instauración del mismo, donde la sociedad se vio obligada a vivir bajo los lineamientos neoliberales prematuramente (flexibilización del trabajo, fondo de pensiones, etc.).

El mayor crítico del Chilean way es justamente el pueblo chileno, quien tiene mayores niveles de exigencia en materia de transporte, salud y educación, donde queda mucho por mejorar aún. Lo más peligroso es que el Chilean way se quede como una promesa, una aspiración que no termina de consumarse después de casi 4 décadas y que ha producido duras consecuencias para la sociedad chilena, sin alcanzar aún el desarrollo.