¿Qué vamos a hacer con este procurador?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Se necesita estar convencido de su inocencia para responder cómo lo hizo Gerardo Hernández en su entrevista con Yamid Amat en El Tiempo. Quienes lo conocemos desde hace muchísimos años, vemos su profesionalismo, su honestidad y su serenidad para manejar temas de tanta envergadura, y no nos hemos sorprendido cuando afirmó: "Aquí no se trata de un caso de corrupción. No me están destituyendo porque robé.

Me destituyen por una diferencia de criterio de lo que supuestamente debería hacer, así no tuviera pruebas. Algo más, lo volvería a hacer". Y lo reafirma al insistir en que no va aponer en peligro la estabilidad financiera de su país.

Esa decisión del Procurador Ordoñez le llenó la copa a mucha gente seria y profesional de este país. Hasta el presidente de la República y el Ministro de Hacienda, que si entienden del tema, han salido a respaldar a Gerardo y esperan que apele la decisión. Todos los economistas que lo conocemos, que lo hemos visto actuar en posiciones tan delicadas como ser el segundo del Banco de la República, entre otras en esa institución respetada por todos, consideramos inexplicable la decisión del Procurador. Hasta en la calle, donde tienen menos información, se comenta lo absurdo de que mientras los verdaderos culpables del escándalo de Interbolsa están libres, quien actuó debidamente tan pronto tuvo la información sea sancionado de esta manera.

Probablemente, este es el caso que mejor demuestra el tipo de Procurador que tenemos. Sería interesante saber cómo se siente el Partido Liberal que no solo votó masivamente por su primera elección, sino que tuvo el descaro de promover su reelección. ¿Complejo de culpa? ¿Miedo a futuras investigaciones por sus saludables conductas? Cualquiera que haya sido la razón, todo aquel que votó por este Procurador una primera vez, y peor aún, una segunda, debe estar pagando escondederos a peso.

El Procurador todavía está a tiempo de corregir semejante equivocación. Las declaraciones del Superintendente Gerardo Hernández le dan todos los elementos para cambiar su posición. Si no lo hace, será el país entero el que se lo reclamará y terminará perdiendo, aún más, cualquier autoridad moral que le quede para ejercer tan delicado cargo.

Es necesario recordarle al señor Ordoñez que como tiene aspiraciones presidenciales, el costo de esta señora equivocación le puede enredar sus futuros planes, porque no es la primera vez que demuestra gran arbitrariedad en sus decisiones. Es posible que en temas tan complejos como los económicos, y particularmente los financieros, no tenga los asesores adecuados, pero esa es también su responsabilidad.

Y aquí no se trata de que trate de imponernos sus valores religiosos como sus posiciones sobre el aborto y el matrimonio igualitario, entre muchos más. En este caso y con todo respeto, de lo que se trata es de no haber medido las consecuencias ni inmediatas ni de largo plazo, de descalificar al regulador antes de que suceda algo con los regulados que fueron los que cometieron el delito.

Así como Gerardo Hernández ha mostrado una gran serenidad ante semejante injusticia, así esperamos que el Procurador se asesore mejor ahora que vendrá la apelación para que reconsidere su decisión. Además de la vida profesional de un economista serio y responsable, son demasiados los elementos que están en juego para el país.