Presente oscuro, pero… futuro promisorio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



En Colombia no estamos viviendo un presente fácil, y sin duda, el área de mayor desconcierto se encuentra en la política. Con su democracia imperfecta, tradicionalmente el país ha tenido un panorama relativamente claro sobre el desarrollo de sus elecciones.

Se han dado sorpresas de última hora como cuando los seguidores del candidato López sentían y veían su triunfo asegurado, y se desconcertaron cuando Belisario Betancur fue quien ganó la presidencia en 1982. Cuando con meses de antelación, los individuos tenían relativa claridad sobre su voto, pero hoy, como se repite permanentemente, todo el mundo sabe por quién no votar aunque no tiene claro por quién hacerlo. Este es un gran indicador de la confusión que vive el país en el escenario político.

Sobre la paz, la situación es similar: una fuerza política como el Uribismo está dedicada a descalificar las conversaciones de la Habana, hasta el punto en que sus precandidatos presidenciales han anunciado la sepultura al proceso tan pronto lleguen a la Presidencia. Por fortuna, su triunfo no es nada claro… por ahora. A su vez, tanto el Gobierno como las Farc, no se han levantado de la mesa y hoy tienen una gran presión por mostrar resultados concretos y rápidos para responder al llamado de muchos de no suspender el diálogo, con la excusa de la iniciación del periodo electoral.

Como se pactó negociar en medio de la confrontación, los ataques de la guerrilla continúan y así mismo, el Estado reacciona con fuerza logrando la captura permanente de guerrilleros cabecillas de distintos frentes. Sin embargo, a Min defensa que sale cada día a protestar por estos hechos se le olvida que así se acordó desde un principio.

Esos ataques permanentes, voladuras de redes eléctricas, de oleoductos, de ataques a pueblos indefensos y el sacrificio de nuestros soldados y miembros en general de la Fuerza Pública, mantienen a la población en estado de suspenso. Sin duda, la guerra sigue. Y como consecuencia, la paz parece tener más acogida y apoyo internacional que internamente en el país. Lo dicen los extranjeros.

Pero al mismo tiempo, es la primera vez que las generaciones actuales ven realmente las posibilidades de un futuro distinto. Contrario a lo que se suponía, la sociedad colombiana, al menos una gran mayoría, ve la posibilidad de que este derrame de sangre permanente, empiece a reducirse para lograr ser un país normal, que resuelve pacíficamente sus contradicciones. En muchos espacios de pensamiento se trabaja arduamente construyendo posibles escenarios futuros, lo cual ubica a muchos sectores en un escenario diferente.

No serán años fáciles, aun si se firma un acuerdo de paz tanto con las Farc como con el Eln. Los problemas estructurales de esta Colombia desigual, injusta, con una crisis severa de su clase política, con una ausencia de verdaderos líderes comprometidos con el país más que con sus propios intereses, no se resuelven solo con la firma del acuerdo y seguirán generando inestabilidades económicas y sociales. Pero una cosa es un país en guerra y otra, uno tratando de construir la paz. La luz de la esperanza se ha prendido en sectores importantes del país.

En medio de estos dos escenarios se encuentran los colombianos, y la diferencia con el pasado, es que con un presente tan poco halagador, existe la posibilidad de ser actores en la construcción de esa sociedad que no hemos disfrutado aún pero que queremos para las nuevas generaciones.

Poco ayudan hoy la política y el comportamiento de quienes manejan el poder, muchos de ellos que se ven dubitativos con frecuencia frente a la posibilidad de cerrar el capítulo de la confrontación armada. Ojalá el Uribismo con su agresividad, su pesimismo y su reacción negativa frente al Presidente Santos, no arrastre este país a un nuevo episodio de guerra, más cruenta probablemente que la que hemos vivido hasta ahora.