11.333

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



El título es así, escueto, contundente, no requiere palabras: 11.333. Podría ser un simple número, y bonito por cierto, pero en este caso se trata de una cifra aterradora: 11.333 casos de violencia y atropellos sexuales en Colombia contra niños, niñas y adolescentes de enero a septiembre del actual año 2013, según reportes del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

11.333 menores de edad en Colombia que en tan solo 9 meses han sido sometidos a 11.333 violaciones y abusos de carácter sexual. Y claro, la cifra solo habla de aquellos casos que han sido oficialmente denunciados ante los organismos judiciales, pero todos sabemos que las denuncias son inmensamente inferiores a los casos reales, en especial cuando se trata de menores y más aún cuando se trata de temas sexuales.

Las víctimas son menores de todas las edades, de 0 a 18 años, pero se destacan las mujeres y el rango entre 10 y 14 años.

Sin duda es una cifra que da cuenta de un país enfermo, así lo han calificado -lo hemos escrito- varios columnistas, pues se trata de un tema que jamás puede considerarse repetitivo mientras la cifra sea tan enormemente alta, tan espantosa, tan atroz.

11.333 dolores, 11.333 tragedias, 11.333 mentes y familias que vivirán traumatizadas por siempre, 11.333 dementes y degenerados que en su inmensa mayoría seguirán libres repitiendo sus actos.

11.333 denuncias significan en 9 meses 41.5 denuncias por día.

Cada que nos entregan estas cifras sentimos más la ausencia de la senadora Gilma Jiménez, pese a que en mi caso nunca he estado de acuerdo con que la solución sean las penas de muerte, las cadenas perpetuas ni en general el incremento de penas para este ni para ningún delito, porque creo que primero está el trabajar por tener una pronta y cumplida justicia y por un sistema punitivo y penitenciario que no permita, por un lado, tantas penas extramuros y, por otro lado, dañar más la mente del delincuente.

Sin embargo, la senadora Gilma Jiménez como mínimo constantemente nos golpeaba duro en la cara con estas cifras, nos las restregaba, nos las cacheteaba.

Incluso, fuera de propugnar por una pronta y cumplida justicia y por un sistema penitenciario efectivo y resocializador, se trata de un grave y complejo problema que merece un estudio desde las profundidades más hondas de las mentes de los colombianos: de su sexualidad, del manejo de la misma, de su educación sexual en general.

También se trata de indagar por respuestas científicas que nos muestren qué es lo que pasa dentro de esas mentes enfermas y desde qué edad, y cuál es la causa de que tantos colombianos satisfagan un llamado normal de la naturaleza de esa manera violenta y aberrante.

Por supuesto que está comprobado que la agresión sexual es también otra arma usada en las guerras que vivimos, una de las más atroces sino la peor, lo cual indica una repugnante degradación de los conflictos colombianos, no solo por el tipo de agresión sino por la extrema cobardía de victimar a civiles y a seres humanos en circunstancias de indefensión.

Sea dentro de las guerras o como manera de satisfacer instintos alienados, la creciente y monstruosa violencia y abuso sexual contra menores y también contra mujeres de cualquier edades una muestra más de un alma nacional enfermiza, que no solo se manifiesta en sus perpetradores sino también en la indiferencia y en el oscuro silencio a veces cómplice de familiares, de autoridades y de la sociedad en general.

11.333: que no se nos olvide esa cifra acumulada en tan solo nueve meses y esperemos que las autoridades y la sociedad hagamos algo para que, de seguir la proyección, al próximo 31 de diciembre no se convierta en 15.147.