El Mandela real

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Escrito por:

Ignacio Pareja Amador

Ignacio Pareja Amador

Columna: Reflector Mundial

e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx

Twitter: @Nacho_Amador 



No hay gloria más grande para un idealista que ver sus sueños hacerse realidad, no hay mejor premio, medalla, condecoración que el reconocimiento de todo un pueblo; de una nación por la incansable lucha por cumplir nuestros objetivos de vida.

Son pocos los hombres que verdaderamente se preocupan por los pesares de un pueblo, son un número sumamente reducido las personas que aprenden de la experiencia internacional y vislumbran cambios con una esperanza inquebrantable, incluso cuando no gozan de la principal garantía del hombre: la libertad. Porque de que sirve la vida si no se es libre.

Justamente el martes pasado (12 de Octubre) celebramos la publicación del que dicen será el último libro de Nelson Mandela "Conversations with Myself" en donde se describe como un hombre que anheló la libertad de su pueblo, incluso cuando estuvo preso 27 años por creer en la igualdad, la equidad y el derecho ciudadano para todos los sudafricanos sin distinción de razas o posición económica, porque al final del cuentas el derecho y la justicia aspiran a la aplicación de la normatividad para todos los habitantes de un país.

Nelson Mandela, pese a sus 92 años sigue siendo un hombre vanguardista; un ciudadano que observó el entorno internacional constantemente, que peleó contra la discriminación racial; un hombre a favor del orgullo africano, que no dudo en tomar las armas y organizar a un sector de la población para levantarse en contra de un régimen que mantenía la segregación racial como una "estrategia de desarrollo", bajo la lógica de que los de "color" eran ciudadanos de segunda clase con distintos derechos, obligaciones y por lo tanto con menos privilegios.

Mandela o Madiba como le conocen los sudafricanos sabía que cuando un movimiento se radicaliza y su idea no es correcta, se corre el riesgo de caer en el dogma para abandonar por siempre el dialogo y profundizar en el conflicto, de ahí la importancia de mantener una postura flexible acorde a las creencias y valores de la sociedad internacional.

Como promotor de estos cambios en Sudáfrica, Mandela compartió el Premio Nobel de la Paz en 1993 con Frederik De Klerk, el último eslabón de la política del Apartheid y quien posibilitó los cambios para que las leyes discriminatorias fueran derogadas.

Un año más tarde, a la edad de 76 años, Madiba fue el primer presidente sudafricano elegido de forma democrática. Gracias a él se implementó un sistema de democracia multirracial, en el único país verdaderamente prospero del continente africano.

Con la publicación de este nuevo libro, Mandela nos acerca a la vida ordinaria del líder que hoy conocemos. Aquel hombre de 92 años sabe que pese a que el tiempo muchas veces se lleva parte de lo que fuimos, su legado ocupará el espacio que pertenecía al autoritarismo, a la discriminación, a las ideas retrogradas de la segregación racial. Sabe que ha contribuido a hacer efectivos los principios de la tolerancia, la pluralidad, la igualdad y la voluntad de las mayorías, los pilares más importantes de la democracia, un elemento imprescindible para el desarrollo ciudadano de cualquier nación.