La "espada de Damocles" suspendida en el espacio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Orlando López Lozano

Orlando López Lozano

Columna: Así veo las cosas

e-mail: orlandoluis1210@hotmail.com



Son pocos los hombres que ignoran la leyenda, anécdota o historia de "La Espada de Damocles". Aunque algunos historiadores hablan de ella como un mito, se trata de la prueba que el rey Dionisio de Siracusa le hizo a su vasallo Damocles quien le había solicitado al rey un mejoramiento de posición en palacio.

Al día siguiente el rey coloco a Damocles encima de todos los poderes de su reino con una pesada espada sobre su cabeza la cual pendía de una frágil crin de caballo, cosa que si Damocles hacia el más mínimo movimiento la estada caería sobre él.

El historiador Diodoro Sículo calificó a la espada como símbolo del poder.

En las anteriores condiciones, sin invocar ninguna hipérbole está el mundo. Es casi un imposible geográfico encontrar un rincón del orbe donde su destrucción no dependa de que esa híper débil crin de caballo se rompa y caiga sobre él el poder destructivo de la espada de Damocles.

En otras palabras los diferentes conflictos que existen en los cinco continentes que forman el planeta solo basta que una de los intervinientes dé una señal letal para que explote el conflicto en que están inmersos.

La desmedida ansia de poder no detiene a ninguno de sus protagonistas, solo palabras desafiantes, posiciones intransigentes y mortíferas amenazas se escuchan en los diálogos sostenidos por quienes se resisten a ceder a un arreglo humanitario. En ambos bandos solo existen fieras en asecho, esperando con ansiedad suprema la orden para atacar.

Egipto no cede el poder arrebatado a Mursi, así su contumacia política le cueste miles de muertos a la nación y el depuesto Mursi conspira desde la prisión con musulmanes y ayatolás para derrocar al actual mandatario sin tampoco importarle los centenares de muertos que por tal causa ya carga a sus espaldas.

A la altura del siglo XXI es inconcebible que los musulmanes y ayatolás no hayan entendido que desde los albores de la civilización la mezcla de la Religión con el Estado siempre ha sido una bomba de tiempo que al explotar son miles de muertos los que ha causado y que por tal razón Guillermo de Occam fue partidario furibundo de la separación política de la Religión y el Estado, la cual llamó "Erastianismo".

Israel y Palestina también están esperando la voz de "alea jacta est" para iniciar una guerra cuyas características tienen visos nucleares de una tercera guerra mundial. Otro tanto sucede con Siria, Turquía, Irán, Irak y otros países del medio oriente que siempre han permanecido por pugnas que apuntan a la obtención del poder.

Si por Asia, Europa y el resto de continentes del planeta llueve, en Colombia no "escampa". La mayoría de sus pueblos, municipios y ciudades están incendiados por situaciones bélicas que si reinara el vivo deseo de arreglar las cosas todo tendría una feliz solución.

El Catatumbo, Tibú, Teorama, El Carmen, Convención y otros que desde hace más de cincuenta días están en guerra tanto que su estado comercial está paralizado y el malestar general incluyendo el hambre cunde por todas partes sin que se vea en lontananza el mas mínimo indicio de arreglo.

Así las cosas "la espada de Damocles" sigue suspendida en el espacio pendiendo de una crin de caballo por cuya petrificación rezan todos los pueblos del orbe.

Ya en su discurso, nuestro nobel Gabriel García Márquez, pronunciado el 06 de agosto de 1986 con motivo del aniversario 41 de la bomba de Hiroshima, en la ciudad de México dijo palabras terribles y premoniciones cataclismicas: "Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo. Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo…"

Que Dios ilumine la conciencia de todos los habitantes del planeta y derrote la dantesca premonición de nuestro nobel para que los cohetes, bombas, elementos químicos destructivos y de más armas letales encerradas en las grades ojivas del mundo se queden en su puesto sin hacer el más mínimo movimiento y así evitar que sobre ellas caiga la mortífera "espada de Damocles".