El Gran Colombiano

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Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



El canal internacional History Channel, al parecer asociado con El Espectador, promovió durante tres meses una votación abierta destinada a elegir el Gran Colombiano y, como resultado, la gran mayoría de los votantes escogimos a tal distinción al señor ex presidente Álvaro Uribe Vélez.

Conocido el resultado se vinieron otra vez lanza en ristre los enemigos jurados del doctor Uribe, comenzando por dos de quienes ocupaban palco en la proclamación y así otros pocos más durante algunas horas, hasta desvanecer todo resuello, de la misma manera que lo hacen las olas en las absorbentes arenas playeras.

Desde luego que resultan comprensibles las preocupaciones de quiénes se oponen a Uribe, en tanto que les acusa las cuarenta en cuanta medición se hace. Vamos hacia una confrontación de fuerzas en las cruciales elecciones de 2014, en las que estarán en juego las mayorías parlamentarias y la presidencia de la República, nada más, nada menos que el Poder y en esa dirección no hay plazo que no se venza según las previsiones constitucionales.

De una parte, al presidente Santos no le cuadran las cuentas ante la opinión pública, por muchas casas y tabletas que reparta a cargo del erario ante obligados auditorios infantiles, en pro de la envolatada reelección presidencial. Los mayores no le salen al paso y cuando lo hacen lo levantan a sonoros abucheos. Esa es la suerte que le tenía deparada la pérdida del rumbo y la conducta torva.

De otra parte, Uribe tenía que ganar y por amplio margen, como ganó. La votación se hizo en medio de extremos definitorios: dos mandatos exitosos de Uribe y uno de Santos que naufraga en sus propios yerros internos y externos; la paz que todos queremos y la impunidad y la elegibilidad de los criminales que mayoritariamente repudiamos. En contra del resultado no hay nada qué hacer, salvo que los derrotados pongan sus penas en manos de las ánimas de purgatorio, en la seguridad que estas tampoco se las podrán aliviar. ¡Pero pónganle fe!

El hecho, señores de la izquierda y de la unidad nacional, es que vamos para adelante sin distracciones de ninguna naturaleza, bajo la bandera y las consignas del Centro democrático, proponiéndonos devolverle a la Nación su dimensión histórica, trazar de nuevo su ruta desde esta coyuntura cenital que el destino pone en nuestras manos, tatuados con Cristo en las frentes y Bolívar el nuestro, Santander y Córdova en los pechos, cargados de amor a Colombia.

De malas aquellas banderías que tienen por paladines a alfiles y peones. Afortunados nosotros que tenemos al frente a un caudillo como hacía tiempo no tenía la Patria, y no habría qué recordar que se trata el Álvaro Uribe Vélez, pero por si acaso se les refresca la memoria, el zaherido por lenguas filosas, el hombre al que los compatriotas agradecidos mantenemos en la cima de merecido prestigio.

La consigna es Ley y Orden. De otra manera no podremos disfrutar las libertades públicas, los derechos fundamentales, el desarrollo económico con justicia social, la seguridad ciudadana.

Tiro al aire: al paso que otros mecen cabellos, gimen y secan el llanto, en otros lares bienaventurados no se hace otra cosa qué encorar himnos de sana alegría.



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