Escrito por:
Ignacio Pareja Amador
Columna: Reflector Mundial
e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx
Twitter: @Nacho_Amador
El pasado 8 de enero se publicó la octava edición del Informe sobre riesgos globales 2013 del Foro Económico Mundial, un documento que sirve de preámbulo para guiar los temas de la reunión anual a celebrarse en Davos-Klosters, Suiza, del 23 al 27 de enero.
De acuerdo con el informe los tres principales riesgos globales a tomar en cuenta son los siguientes: En primer lugar está el tema de la salud y la complacencia, donde se toca la temática de las diversas conexiones globales que han permitido un flujo masivo de personas alrededor del globo, lo que facilita el tránsito de enfermedades. Los otros tópicos que se discuten son la resistencia de los antibióticos y la propiedad intelectual.
En segundo lugar están los temas de la economía y el medio ambiente, donde se analiza la dicotomía entre la crisis financiera (que viene acompañada de un levantamiento social importante) y la crisis ambiental, que pueden poner en jaque la estabilidad del estado.
En tercer lugar están los incendios digitales, los cuales se refieren al impacto que puede tener un contenido de internet en la población mundial, ante la democratización de los medios digitales (web 2.0), en donde el usuario es capaz de generar sus propios contenidos, algunos de los cuales pueden perturbar a una nación entera, como en el caso de la primavera árabe que modificó la geografía política de diversas naciones del norte africano y que dirigió los reflectores internacionales de nueva cuenta hacia la región medio oriente.
Estos temas junto con otros de igual complejidad pueden generar una tormenta mundial perfecta, que ponga en jaque la estabilidad de los países y complique la aplicación de políticas globales, que se han convertido en pendientes permanentes como por ejemplo el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) o en específico la lucha contra el cambio climático y la mitigación de la crisis financiera global.
El papel tradicional del estado, desde una perspectiva liberal, se enfoca a la administración de los recursos públicos, la defensa del territorio, la justicia y la seguridad, así como a la generación de escenarios propicios para el desarrollo de las actividades económicas. Sin embargo, ante las constantes transformaciones del sistema internacional, el estado debe modernizarse, pues una posición estática lo puede llevar al colapso.
Sus instituciones deben rebasar las tareas que tradicionalmente se les ha asignado, para acercarse más a la población, para escuchar sus demandas directamente y confrontarlas con los datos estadísticos oficiales. Todo esto, en un ejercicio capaz de brindarnos un diagnóstico general, que se enriquezca por el sentir individual y grupal de la población.
Los gobiernos de hoy en día, no pueden operar desde sus despachos y oficinas, porque su razón de ser está sustentada en la decisión del ciudadano, quien sin estar consciente de ello, es el pilar del sistema político, económico y social de los estados.
Por esta razón, los gobiernos y sus instituciones tienen que salir a buscar al ciudadano, en un cambio de estrategia que haga que las cosas funcionen, para que las demandas sean escuchadas, para abrir canales informales de debate donde se confronten argumentos en la búsqueda de dar solución a aquello que aqueja a la población.
Pero no todo es responsabilidad del gobierno, los ciudadanos debemos pensar más como comuna, y menos como entes individuales, pues solo seremos el sostén de nuestros estados si estamos unidos y organizados, ya que si actuamos con intensiones individuales reinará la anarquía, la confusión y el descontento. Es imposible dar solución a demandas individualistas, cuando la estrategia más adecuada se basa en atender las prioridades, poniendo atención también a los aspectos más relevantes del desarrollo; al final de cuentas en la administración pública los procesos son simultáneos.
Los gobiernos de hoy en día requieren de coordinación para tratar cualquier problemática de índole global o regional como el cumplimiento de los ODM, la crisis ambiental, la crisis financiera, el crimen organizado, la salud, o los incendios digitales. Ya no es suficiente dar respuesta oportuna a las demandas sociales, pensando solo en presente, bajo el concepto básico de gobernabilidad, se requieren de nuevas estrategias para afrontar los retos del siglo XXI. Es necesario ir más allá, la única manera para evitar que se materialice la tormenta perfecta será anticipándonos, la mejor política pública es la prevención, pero de poco servirá si la misma tiene un carácter solo individual y nunca colectivo.