A pesar de todas las contradicciones en su contra: que es una fiesta comercial; que es pagana; pero la música de la época, los recuerdos de la niñez con el niño Dios y sus pegajosos villancicos, se siente en el ambiente el espíritu de la Navidad.
Con el advenimiento de Constantino, después de la Batalla del Puente Milvio contra Majencio en el 312 E.C. se instauró el Cristianismo en el Imperio Romano.
El Pontífice Máximo de Roma, el Supremo Sacerdote de Júpiter, poseedor de un carisma impresionante pero de acuerdo a los historiadores convivía en contra de las reglas Paganas con una vestal, que eran Vírgenes consagradas a la Diosa Venus y siendo necesario para Constantino y en contra de la Iglesia Católica, lo nombro Obispo de Roma por su liderazgo con el pueblo.
Continuando con la celebración hasta lograr convencer al Papa Julio I en el 337 E.C. fijando la fecha para el 25 de Diciembre.
Dentro del Sincretismo religioso, Católico Romano la figura del Mesías; Jesucristo reemplazo al Sol Invictus con la sagrada forma redonda de la hostia.
En el año 2.012 el Papa de Roma Benedicto XVI solicita sacar del escenario bíblico a nuestro querido burro sabanero, cantado por lo juglares de la costa, al manso cordero y la estrella de Belén que ilumina hasta el árbol de Navidad.
La estrella de Belén, de acuerdo a los astrónomos probablemente fue el cometa Halley.
Ojo no astrólogos, estudié astronomía no astrología.
Teniendo en cuenta la fecha del censo ordenado por Cesar el nacimiento de Jesús debió ocurrir en el otoño, durante septiembre u octubre, para los estudiosos de la Biblia por las revelaciones de marzo a mayo, lo que sí es cierto, difícilmente en diciembre por el intenso frío, de toda manera esta es fiesta con fecha acordada.
Los invito a que gocemos sanamente la fiesta religiosa o pagana y roguemos a Dios que haya perdonado al ex Pontífice Máximo de Júpiter, nuestro primer Obispo de Roma porque al momento de su muerte tuvo una duda existencial; después de la comunión y la extremaunción; le comunicó a su compañera que de Vestal había pasado a monja: "Ponme las dos monedas de oro debajo de la lengua por si acaso estamos equivocados y poder pagarle a Caronte el paso del río de la muerte". Jugó con Dios así: con cara gano yo, con sello pierdes tú.