Crónica de una tragedia anunciada

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Debido a los hechos trágicos acaecidos en Santa Marta en días pasados, algunas personas conocidas, un tanto entusiasmadas, se acercaron a mí para decirme que esta vez tenía suficiente material para escribir un artículo contundente en el cual se mostrará a la ciudadanía la verdadera magnitud de la tragedia.

Como es natural y lógico inmediatamente respondí: Ese no es mi campo. Eso se lo dejo al periodismo especializado. Simplemente, cada semana, doy a conocer mi opinión respetuosa acerca de lo que sucede a mi alrededor, pues no estoy para hacer fiesta con el dolor ajeno o para vender el tiraje de una edición.

Para mí, quiero informar a los que me conocen y a los que no, esto no es una chiva periodística, sino un problema social de infinitas proporciones que se ha venido engrandeciendo como una bola de nieve, y que las autoridades no han sabido manejar.

Mi deber no es vender noticia, y de hecho, pienso que la situación vivida en la ciudad de Santa Marta en días pasados no es noticia. ¿Cómo pretenden entonces que haga fiesta con el sufrimiento y el dolor de más de sesenta familias que resultaron afectadas, de una forma u otra, en el atentado a Rapimercar?

Sesenta solo para mencionar las víctimas directas. Y qué me dicen de las decenas de transeúntes y visitantes al mercado público. Y de los ciento de miles de personas que viven aterrorizados por causa de la acción indiscriminada de los violentos. ¿No son también testigos y víctimas de una tragedia anunciada?

Si aunque no lo quieran aceptar es simplemente eso, una tragedia anunciada. ¿O es que acaso toda la ciudadanía y la opinión en Santa Marta no lo venía advirtiendo?

Los únicos inocentes eran las autoridades. Todo hombre o mujer en la ciudad percibe claramente, la forma brutal y descarada como la delincuencia extiende sus dominios territoriales y sus acciones perversas en contra de la comunidad. ¿O no es cierto?

¿A quién pretenden engañar con las estadísticas delincuenciales acomodadas que presentan día tras día a la opinión pública? ¿Por qué siguen engañando al pueblo con unos resultados amañados acerca de la actividad delincuencial en Santa Marta?

No es cierto que los delitos cometidos contra la vida y el patrimonio hayan disminuido, lo que sucede es que decenas de personas en la ciudad dejan de denunciar simplemente, porque a los nobles funcionarios judiciales les parece que el hurto de un celular no da mérito para abrir un expediente. Si no lo recuerdan señores investigadores, por un celular han muerto miles de personas en el país.

Lo curioso del asunto es que el día que reciben milagrosamente una denuncia, los ciudadanos deben sufrir las consecuencias de la acción atropellada de estos empleados ineficientes, o esperar seis o siete horas para que los escuchen. Para colmo de males, los denunciantes son objeto del maltrato inescrupuloso de los vigilantes. Además que eres víctima de la acción delincuencial, terminas siendo tratado como un delincuente.

Y lo que es peor aún, después de un año te hacen llegar una citación que dice: La no asistencia a las oficinas judiciales acarreará las sanciones de ley correspondientes. Qué vaina, esto sí que es motivante y gratificante. Bueno y cuando acudes a la flamante cita, vuelven a pedirte la misma declaración que hiciste dos años antes. Y terminan preguntándote que si conoces el domicilio de los delincuentes o sus nombres. ¿Qué tal esa? Como si el afectado es quien debe realizar la bendita investigación. Esto no es deber de los afrentados, sino de ustedes señores investigadores.

Despierten, porque la ineficiencia y la incompetencia de las autoridades tienen a Santa Marta postrada ante la delincuencia. Dejen de politizar el terrorismo, y actúen con mano dura ante la arremetida criminal.

La comunidad está esperando el fin de la violencia en las calles, así que más acciones contundentes y menos bla bla bla...