El que esté libre de pecado…

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Hace un par de días mientras realizaba un repaso rápido por algunos sitios de internet, me encontré con un comentario de esta clase: "Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón." Refiriéndose en estos términos, quien escribía, al ataque descabellado y brutal del cual fue objeto un pastor evangélico en la ciudad de Santa Marta.

De antemano les informo que no soy amigo del pastor y mucho menos le conozco. Tampoco hablo en nombre de una comunidad religiosa en particular porque, como ya lo he expresado en artículos anteriores, evito al máximo hablar de religión, política o futbol, ya que estos temas generalmente producen ciertos efectos nocivos para la salud de las personas.

Ahora no piensen que estoy diciendo que la religión, la política o el futbol son temas que no deberíamos abordar en forma alguna. No es esto lo que pretendo manifestar, sino, que en la mayoría de los casos no estamos debidamente preparados para hablar elegantemente acerca de estos asuntos. En consecuencia, nos dejamos involucrar en una serie de situaciones que llevan a desvirtuar lo que los demás ofrecen en una conversación decente, para imponer a cualquier precio la insensata percepción que acerca de las cosas y de Dios tenemos.

Pero bueno este no es el tema que deseaba tratar, sino la manera poco respetuosa en la que nos referimos a las personas que no comparten nuestra misma forma de pensar, o no hacen parte del núcleo social más próximo al cual pertenecemos cuando éstas caen en situaciones de fortuna o desventura.

No entiendo la forma absurda de pensamiento que domina nuestros sentidos. No entiendo como una persona puede ser capaz de anteponer sus extrañas posiciones mentales por encima del derecho que tienen todos los seres humanos a vivir en paz y en armonía en este planeta.

Si usted ve al obispo, al sacerdote o al pastor hurtar la custodia de Badillo, el diezmo o las ofrendas, denúnciele ante las autoridades competentes para que también la justicia terrenal haga lo que le corresponde. Y deje ya de sembrar ese tipo de pensamientos mezquinos que tanto daño hace a la vida en comunidad.

El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Y si usted conoce algo en contra de aquel que miserablemente maltrata con sus comentarios groseros y malintencionados, denúncielo. Pero no continúe alimentando los corazones de sus semejantes con más odio, rencor y repulsión en contra de aquellas personas que no comparten sus mismos ideales.

No creo que uno solo de los mortales sea tan justo y bueno como para que pueda condenar a los demás, y a la vez autoanalizar su forma de proceder en la vida y se condene así mismo.

¿Hasta qué punto sin retorno nos va a conducir la absurda estupidez de pensar que somos mejores que los demás? ¿Cuándo vamos a dejar de alimentar este mundo con tanto odio, rencor y maldad? ¿Cuándo vamos a dejar de actuar irresponsablemente para convertirnos en seres cargados de humanismo? ¿Cuándo vamos a dejar de alegrarnos del mal ajeno? Son solo algunas de las preguntas que me planteo diariamente y ahora a ustedes.

No sé cuándo llegará el día en que dejemos el egoísmo y las malas acciones a un lado, y nos dediquemos a construir un mundo mejor. De seguro por situaciones escabrosas como estas, es que muchos religiosos exagerados piden la llegada del día final. ¿No se dan cuenta acaso que estamos acrecentando aún más nuestras diferencias hasta el punto de hacerlas irreconciliables?

No comparto la burla y la mala intención con que algunos asistentes a los sitios de internet asumieron la situación vivida por un ser humano igual a todos los que en este mundo estamos. Y por eso estoy aquí frente a ustedes manifestándolo con vehemencia.

Espero que algún día nos demos cuenta acerca de lo que estamos haciendo con la vida en comunidad en este planeta, y aún tengamos tiempo de arrepentirnos del mal que hemos hecho.