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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Hace un par de días tuve la gracia de tenerlo todo, especialmente, la gracia de encontrar a un viejo amigo, y para ser sincero, mi vida se acerca algo así como a las cinco centurias, pero bueno, no le digan a nadie porque esa vaina es un secreto.

Está bien no es un secreto, que cosa con ustedes que todo lo quieren saber, parecen periodistas de la prensa amarillista. No es un secreto, sino más bien una enfermedad conocida que afecta el orgullo y la vanidad, y que se llama cejuela.

Bueno, pero yo no vine hablar de ese mal, sino de todo aquello agradable, un tanto, y doloroso, otro poco, que conocí de parte de mi viejo amigo Al Fligido Poblador. Les cuento que éste man es un verdadero caballero, el cual, a pesar de tantas cosas extrañas y malas que le suceden es de un optimismo de admirar. Al Fligido, para que ustedes lo sepan, vivió gran parte de su vida al arrullo de la Sierra, en medio de los parajes más bacanos que se puedan conocer en esta tierra de Dios, y cierto que es de Dios.

Ni para que contarles, ustedes saben como son, no, tal vez no, cómo eran las cosas por allá en el paraíso antes que se acercara Adam, y no precisamente el de Eva, los camaradas farc-zantes de la impiedad, y los señores que trabajaban talando árboles y un montón de cosas más con gigantescas motosierras, si, esos mismos que trabajaban en la aserradora "El Mono de la Cuarenta", tú sabes. Bueno espero que el padre Alberto Linero no me demande por copyright. ¿Qué tal mi inglés? Esta no se la imaginaban ¿no?, y si supieran que también hablo el idioma de los gringos y el de los australianos, y tal vez un poquito de spaninglish en mis bahías preferidas: Taganga y el Rodacho.

Continuemos, porque la verdad yo no creo que me demanden por apropiarme de dos frases chéveres que ya incluí en este artículo sin que se dieran cuenta. Volvamos a mi conversación con Al Fligido. Mi parce, de quien les vengo hablando, trabajaba la tierra con esas manos que han tomado la azada hasta verlas sangrar. Que vaina ya van tres, no voy a poder pagar tantas demandas Chaparrón.

Al Fligido Poblador me contaba que él nunca había deseado vivir por estos lares, porque en el mar la vida es más sabrosa, ¿Cuatro?, no lo puedo creer. Mi amigo nunca había pedido vivir en la ciudad, porque la vida en la selva de cemento, van cinco ¡hoombre!, es demasiado dura. Sin embargo, en estos días en que estuvo watching tv los olímpics advirtió inmediatamente, que el mejor lugar de este planeta para entrenar a los atletas con miras a Rio, es Santa Marta, ósea yo, tu querida ciudad samario. Apuesto que no te habías pillado con quien estabas hablando ¿sí o no? Bueno, si soy yo, y de seguro ahora si vas a saber el por qué de mi desanimo. Ese negocio de cejuela juventud era puro cuento.

Bueno mis hijos, ahora si al grano. Según mi amigo del alma, El Sufrido Poblador, los atletas samarios son en Colombia, quienes mayores posibilidades tienen de superar a los nuevos héroes de la Patria, los medallistas olímpicos de Londres.

El primero de sus argumentos, y parece que va a ser el único de esta entrega porque ya no hacen los periódicos como antes cuando cabían mas letras, no sé qué pasa con los de ahora, pero bueno, no voy a decir nada de eso porque después no puedo continuar con mi historia dentro de quince días. El primero de los argumentos: Tengo las mejores corrientes de agua del mundo: El Libertador, Santa Rita y Del Rio, además, el lago Pescaito y San Martín.

Pobre gente, lo que se aguantan, me decía Al Fligido con lágrimas en los ojos. Es preciso no más que caigan tres gotas de agua sobre tus calles, para que los atletas samarios puedan deslizarse en sus kayaks como verdaderos tiburones. Cómo no podrían ganar tus hijos en Rio 2016 con semejante navegabilidad, me preguntaba.

Bueno, ya creo que van entendiendo lo que he querido decir en estas líneas. El único problema es que debo continuar en otra ocasión, porque por estar molestando a todo el mundo no pude adentrarme más seriamente en la crítica de hoy.

Que Dios los bendiga a ustedes, y que le de la inspiración suficiente a su querida Santa Marta, ósea yo, para que pueda terminar la segunda parte de este artículo. Espérenlo porque va a estar del, del carajo.



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