Las EPS: ¿Centros de servicios para la salud o empresas de pingües ganancias?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Orlando López Lozano

Orlando López Lozano

Columna: Así veo las cosas

e-mail: orlandoluis1210@hotmail.com



El real desempeño de las E.P.S. en Colombia -desde sus inicios- ha sido un verdadero dolor de cabeza-, toda vez que el fin para el cual fueron creadas, se lo tragó el capitalismo salvaje, el cual obligó a la pena, al dolor y al sufrimiento pasar a un segundo plano.

Han sido tantos los desastres que se han precipitado sobre estas empresas promo-toras de salud que llegó el momento justo en que ya no soportaba un solo desliz más y como era apenas natural, explotó y salpicó de miasma a quienes hicieron de la salud una feria de desmanes sin par.

Pero en esa explosión no cayeron todos, aún siguen libres el resto de culpables del desastre demencial, sosteniendo con enfermizo cinismo la continuación de la tragedia inicial.

Porque ¿en qué ha mejorado el servicio de salud que las E.P.S prestan a sus usuarios? Por ventura se están cumpliendo las alentadoras reformas en este campo anunciadas por el Estado. Ignora el Estado que los empleados de las E.P.S cuando el usuario les hace caer en cuenta que están violando las reformas a la salud, hechas por este gobierno, ellos contestan con cínica sonrisa: pero a nosotros no nos han llegado nada, es decir, que mientras el Estado le miente al pueblo o las E.P.S se burlan de sus "reformas", el pueblo agoniza entre el juego letal de sus procedimientos.

Porque es falso que debido a las "reformas" del Estado hechas al manejo de la salud, los usuarios estén recibiendo mejor servicio. Empecemos por la consecución de una cita: el enfermo cansado de marcar "el bendito" "Call center" para pedir una cita, vencido por el tiempo y la impaciencia, desiste decepcionado y dolido por no poder conseguir un lenitivo a sus achaques, cuya culpa ronda alrededor de un solo culpable: el operador que mientras el teléfono repica y repica, ellos charlan indolentes y animadamente del esposo o esposa, del amante, de la última telenovela o del último chisme del día con su cómplice. Y por esa falta de comunicación, debido a la carencia de responsabilidad y sensibilidad de la operadora, un paciente ha muerto o ha empeorado sus males.

En cuanto a la atención del usuario cuando éste llega a determinado puesto de salud es totalmente des- obligante. Como si se tratara de una enojosa molestia, a regañadientes lo atienden, para más tarde invitarlo sin siquiera mirarlo a la cara, a que se siente y espere. Todo esto sucede si el paciente ha llegado a la cita puntualmente, pero, si por circunstancia del transporte se ha llegado a pasar un solo minuto de la hora indicada, la negación para atender sus necesidades es insolente e inapelable.

Y el desgraciado paciente tiene que regresar frustrado a su casa a volver a insistir en la solicitud de otra cita que no sabe cuándo se cristalizará, porque aquella "reforma" que ordena a las E.P.S no demorar una cita más de 3 días, es dolorosamente una mentira, porque la verdad es que las E.P.S hacen caso omiso a este mandamiento.

Ni que decir de las "reformas" que tienen que ver con la entrega de medicamentos, ya que los medicamentos POS siguen entregándose como siempre, con la orden tajante a los médicos para que no se salgan del marco donde están contemplados estas medicinas genéricas, mientras que los No Pos son rechazados por las droguerías de estos poderosos complejos de la salud, dejándole al usuario, la única alternativa de la Tutela que atiborra de diligencias extremas a los Juzgados de turno.

Mientras el Presidente Santos acaba de anunciar un significativo "revolcón" en todas las E.P.S que manejan la salud en Colombia, el resto de los que sin reato de conciencia alguna convirtieron a la salud en un desvergonzado "ábrete sésamo", siguen en el exterior fuera del alcance de la justicia colombiana bronceándose despreocupadamente en una famosa playa del Mediterráneo, catando el más fino de los Whiskeys y saboreando la exquisitez del más exótico de los platos del sibaritismo.

Esperamos pues, que la optimista promesa del presidente Santos se convierta en alborozada realidad para los colombianos y que recuerde que los culpables de este desastre nacional que están en el extranjero sean traídos a Colombia bajo la ignominia y señalamiento de un delito que debe tener cárcel a perpetuidad.