Derrumbes y tamales

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



No conozco el origen del popular dicho "¡No vende un tamal en un derrumbe!" que también se oye "¡Vende hasta un tamal en un derrumbe!" La primera versión califica a un mal vendedor, pues supone que en el trancón formado por un derrumbe es muy fácil vender tamales porque los viajeros se quedan mucho tiempo aguantando hambre mientras reabren el paso en la vía.

La segunda acepción denota que nadie está para comprar tamales durante esa penosa espera. Me parece más lógica la primera versión.

Pero el tema esencial no es el dicho, son los derrumbes tan de moda hoy en Colombia. Todos los días sabemos de uno, dos y hasta tres derrumbes nuevos a lo largo y ancho del país, tanto sobre vías como en ciudades, pueblos y campos.

También llaman deslizamientos, avalanchas, desprendimientos, aludes y hasta "volcanes" a esos eventos en los cuales cantidades de tierra, piedras o lodo se precipitan. La expresión "derrumbe" es la más usada y suena menos dramática, aunque se han presentado "derrumbes" muy trágicos.

Recuerdo que de niño la palabra "derrumbe" era muy común: "Tal sitio queda antes o después del derrumbe, escuchaba en muchas carreteras por donde viajaba que tenían derrumbe permanente propio. "El derrumbe" era y es un referente de ubicación, parte del paisaje caminero, del paisaje de Colombia o de la incapacidad de sus dirigentes por entenderlo. Colombia ha sido, es y será un derrumbe de todo.

Los últimos derrumbes más mencionados, unos bastante dramáticos, son los de Manizales, La Línea, la vía Cali-Buenaventura, y Barbosa (Antioquia), entre muchos otros que recientemente han rodado por esta Colombia derrumbada.

En los últimos 60 años de historia han sido famosos los derrumbes de Media Luna en la vía a Santa Elena en Medellín (allí murió la madre del ciclista Ramón Hoyos y fue cubierto con una nota periodística por Gabo), Quebradablanca en la vía al Llano, Villatina en Medellín, Santo Domingo Savio en la misma ciudad, Chirapotó entre La Pintada y Supía, y Bello hace un año, entre millares rodados por esta Colombia de historia derrumbada.

Por lo general, los derrumbes son producto de la ley de la gravedad desencadenada por la recarga que sobre las tierras altas ocasionan las aguas u obras humanas. Esta última causa es la más grave por evitable, y la tragedia de que Colombia sea un país de derrumbes mortales y dañinos tiene que ver más con los comportamientos de sus habitantes que con su escarpada topografía.

Vías mal hechas, aguas mal conducidas y barrios construidos donde no se debe son algunas de las causas, tanto de los derrumbes en sí, como de sus terribles consecuencias que a fin de cuentas son las que marcan su gravedad. Muchos derrumbes, y casi siempre las pérdidas humanas y materiales que ocasionan, tienen origen humano y por tanto culpables que judicializar. Por acción u omisión las autoridades son casi siempre las responsables últimas de dichas tragedias. Incluso, cuando se ocasionan con ánimo de algún lucro hay casos en los cuales el derrumbe físico es consecuencia del moral: "el de abajo paga".

Volviendo a los tamales, al paso que vamos, con la alborotada Niña que se niega a ser adolescente, y con este derrumbe financiero y dirigencial, avizoro buen futuro económico para muchos colombianos vendiendo tamales en los derrumbes.

Un amigo me dice jocosamente que entonces donde se inicia una venta de tamales se vislumbra un futuro derrumbe, le respondo que es una interesante lógica, y que sería de gran ayuda para las maquinarias de remoción y los entes de prevención de desastres: "alerta temprana, venta de tamales anuncia derrumbe", aunque en esta bendita Colombia no faltará quien cause derrumbes para poder vender tamales.