Los estudiantes y el Congreso

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



Son muchos los fenómenos develados por el movimiento estudiantil que en buena hora se agita en Colombia para nutrir la masa crítica nacional. Me detengo en uno que compete al sistema democrático del país, en especial a su legitimidad y eficacia.

¿Por qué razón los estudiantes se opusieron a que la reforma educativa fuera exclusivamente debatida en el Congreso de la República, que al menos en teoría y por Constitución es el órgano democrático por excelencia dado su origen diverso y su funcionamiento?

Quizás varias razones: desconocimiento de la esencia del Congreso y de su papel en las democracias, desconfianza ante su correlación de fuerzas internas conformadas por coaliciones promovidas por el mismo Gobierno que presentó la reforma, o -y quizá con algo de las dos primeras- el no reconocimiento de la legitimidad del Congreso como órgano representativo de los ciudadanos, y en concreto del sector estudiantil.

Si es la última como temo, que además ya dije comprende en alguna medida a las dos primeras, el asunto es delicado, y aunque no sea tampoco ningún descubrimiento ni los estudiantes los primeros en darlo a entender, es algo de mayor monta que la misma reforma educativa, pues está en la médula del sistema democrático y de su órgano primo, es decir, relacionado con todas las reformas y las leyes de todos los temas que nos rigen y nos regirán.

Para ser objetivos analicemos si también se trata de que los estudiantes no se interesan por las elecciones de los congresistas, lo cual a su vez muestra la manera deficiente e insuficiente como estamos enseñando y ejerciendo la democracia; y si de pronto es que a muchos políticos no les interesa tener a dicho sector como determinante en las elecciones al sospechar un alejamiento ideológico poco favorable a sus resultados. Creo que ambas cosas.

Es cierto que los estudiantes aducen que el problema más grave de la reforma a la Ley 30 se debió a que el proyecto no se discutió más ampliamente, en especial con su sector. Es cierto que inevitablemente la reforma tendrá que pasar por el Congreso, y que allí hasta es posible se retroceda y se anule todo lo discutido y aprobado en la comisión de concertación amplia que construirá una nueva reforma, eso lo tienen que saber los estudiantes, pero ya la muestra de desconfianza para con el Congreso es un hecho político claro y contundente que urge analizar y remediar.

En las universidades se ve muy poco a los candidatos a corporaciones públicas haciendo proselitismo. Con contadas excepciones sobre temas puntuales, se trata de burbujas casi blindadas a las campañas electorales de los cuerpos colegiados que por lo general no desaprovechan un corrillo para hacer propaganda política, pero que por varias razones no acuden a los inmensos potenciales electorales de las universidades, como tampoco las comunidades estudiantiles cuentan con los candidatos al Congreso. Grave para la representatividad integral del Congreso y para los intereses de las comunidades universitarias.

Hay excepciones, como algunas universidades con ciertas características especiales dadas por sus dueños, directivos, el entorno o su naturaleza, en donde se presentan permanente u ocasionalmente torpes intentos de convertirlas en cotos de caza electorales, lo cual solo deja sinsabores y apatías.

Entre las enseñanzas y nuevos hechos que ha traído el despertar estudiantil, que sea pues el episodio de rechazo al Congreso como órgano ideal de la democracia, un llamado de atención para que estudiantes, directivos universitarios, políticos y gobiernos se analicen interna y externamente con el fin de encontrar las causas de un divorcio que no hace bien a nadie.