Los resultados de las encuestas a pocos días de la segunda vuelta presidencial muestran que la balanza se puede inclinar hacia cualquier lado. El voto en blanco gana espacios y les resta fuerza electoral a Gustavo Petro y a Rodolfo Hernández. Sin debates la ciudadanía no tiene la oportunidad de conocer las opiniones de los candidatos en relación a los principales problemas que en la actualidad afectan a la población, la forma como los enfrentarán y las soluciones que establecerán para subsanarlos en el mediano y largo plazo. Es indispensable el cara a cara con respeto y argumentos, la sana discusión para conocer los diferentes puntos de vista.
¿Guerra sucia? Los ataques entre candidatos en medios y redes sociales se intensifican, todo tipo de ofensas y señalamientos salen a la luz pública. Las propuestas viables han quedado atrás, lo que prevalece es la demagogia y las consignas populistas con intención de confundir a los electores. Al mismo tiempo las inconformidades continúan creciendo. El hambre y la inflación amenazan a los de menores ingresos; la informalidad no cede espacios; la pobreza afecta a más personas que no encuentran como salir de ella; la inseguridad se tomó las ciudades y los agricultores, campesinos reclamando mayor apoyo estatal.
La Comisión Económica para América Latina —CEPAL— viene advirtiendo sobre el aumento de la pobreza en 1,6 puntos frente al año pasado producto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Ambos países son productores de alimentos e insumos agrícolas necesarios para cultivos en todo el mundo. ¿Por dónde empezar? El tema económico tiene que ocupar un lugar preponderante en los planes del próximo presidente; incentivar la generación de empleo formal, las finanzas públicas no pueden descuidarse, estas son el eje para la distribución y destinación de recursos a los programas sociales e inversiones.
¿Cuál es el cambio que se necesita para alcanzar el desarrollo sostenible? Más allá de promesas, se requieren acciones; quien salga elegido no puede perder tiempo y debe dedicarse a gobernar, a planificar y gestionar soluciones estructurales, no paños de agua tibia que permitan la continuidad de los problemas existentes. Es importante prime la razón a la hora de elegir. No permitamos decidan por nosotros, seamos participes en estas elecciones, después de analizar los programas de gobierno votemos por quien sea capaz de llevar a cabo las transformaciones que se necesitan. No podemos ser indiferentes frente al futuro.
Las expectativas de la población son altas: jóvenes, mujeres y personas mayores quieren pasar de la indignación a la felicidad con hechos que mejoren sus condiciones de vida, y que dirijan al país hacia la senda de la prosperidad. Elijamos la mejor opción, el candidato que nos represente. El cambio los hacemos entre todos, debemos aportar para construir una Colombia incluyente y equitativa.